jueves, 14 de julio de 2011

4
“Corridas y bajadas”


Y las cosas tampoco iban bien para Rooney. Sus amigos estaban enojados con ella, porque estaba todo el tiempo con William, y prácticamente los ignoraba. La notaban cambiada. Decían que la estaba transformando. John era el más molesto de todos. Estaba celoso de William. Decía que era un patán, un tonto, no servía para nada. Pero en el fondo, estaba molesto con Rooney. Odiaba que la relación de ambos, tan especial, se hubiera terminado. Ese día se enteró que “el patán” y Rooney andaban en algo. No lo soportó mas. En un descanso, se acercó a ambos, pero se dirigió a Rooney;
__¿Se puede saber qué te pasa? __Ese fue el hermoso saludo.
__¿Qué me pasa con qué?
__Con esto __Le dijo señalando a William__ Esto, es lo que me molesta.
__Esto tiene nombre. __Rooney se estaba molestando. William, no parecía ofendido, ni siquiera parecía que tuviera conciencia de lo que le estaban diciendo. Miraba hacia abajo, una cinta que tenía entre las manos. La retorcía, y luego la estiraba.
__Para mí no. Decime, ¿Estás tonta? __John estaba fuera de sí__ Estás abandonando a tus amigos de la infancia por un patán.
__No voy a tolerar que lo llames así.
__ ¿Y qué hacían? __El chico parecía no escuchar a nadie ni a nada. __ ¿Hablaban de lo tontos que somos? Por cómo estás últimamente, no se sabe.
__John, basta.
__Basta nada. Quiero escuchar al tonto de tu amiguito, al colorado que ahora parece que es tu íntimo __Rooney se paró para gritarle, pero John no parecía prestarle atención__ ¿Qué tiene para decirme, quien acaba de arruinar una amistad de seis años? ¡Seis años!
Llegaron Lucy y George, corriendo.
__¡John! __Gritó Lucy más agitada que de costumbre.
__¿De dónde salieron ustedes? __Rooney se sentía desconcertada.
__John está fuera de sí. Vinimos a sacarlo antes de que mate a alguien. John, vamos. __Trató de persuadirlo Trace agarrándolo por los hombros.
__No me voy a ir antes de escucharlo a él.
__John, por favor. Vamos __Lucy le tiraba del brazo, pero una rubia escuálida como ella, no tiene fuerza ni para levantar a un chico de contextura normal.
__¡Que me hable primero! ¡No me voy a ir sin antes escuchar a este estúpido! __Chillaba.
__Si es tan estúpido, no vale la pena. Vamos __George ahora también lo tomó del brazo, mientras le decía eso.
John no se movía, y no parecía querer irse. Nunca lo habían visto tan enojado. Rooney estaba a punto de llorar, y se aferraba a un poste. Ahora no tenía el brazo de Lucy. Sí que extrañaba a su amiga. Pero Lucy, quien pareció notarlo, fue a su lado a tenderle su mano. Rooney apoyó su cabeza en el hombro de su amiga. El nudo en la garganta se iba agrandando.
John esperaba la palabra de William. Y por fin la tuvo:
__Un silencio vale más que mil palabras de las que me puedas decir __William se había parado, y quedó a la altura de John__ Uno queda muy estúpido, dirigiendo violencias verbales. Yo no lo haría. Sé que en verdad no quieres molestarme.
__Lo único que sé es que te odio __Le gritó, golpeándolo en la cara, y tirándolo al piso.
¿Resultado? Revuelo. Igual; Oficina del director.
Rooney se mantuvo callada y seria, se quedó con Lucy. Ese día estuvieron juntas. William y John fueron a la dirección y permanecieron allí durante todo el día.
__Muy bien, ahora me vas a contar, ¿Qué estuvo pasando estas últimas semanas? __Le dijo Lucy a Rooney, quitándole el envoltorio a un alfajor, cuando se habían instalado en el patio de atrás, a la última hora.
Rooney le contó todo, con lujo de detalle. A medida que iba contando más, a Lucy se le abrían los ojos y la boca. Ese gesto, era muy típico de ella. Sus ojos parecían dos bolas celestes, y su boca formaba una O.
Lucy, por su parte, le confesó que John estaba muy enojado con ella y con William (¡Qué novedad!) y que no sabían nada de Rosi (Genial). Que por fin se animó a contarles a los chicos que había pasado en el baño. Era simple. Había visto a Rosi hablando con una gente rara, y esta la amenazó para que no diga nada. No importaba. Ya lo averiguarían más tarde.
__¿Y qué vas a hacer ahora, Ron?
__Le voy a decir a William que no quiero que salgamos más. Lo quiero mucho a John, es mi hermano y… no quiero más problemas con él. Ni con nadie.

Esa tarde, se fueron a la casa de Rooney. Lucy se quedaría a dormir. Comieron, vieron su telenovela favorita de la siesta. Luego subieron a la pieza, para hacer los deberes y se cruzaron con el hermano mayor de Rooney, Lucas.
__Me voy, ¿Ustedes van a salir?
__No. Vamos a hacer la tarea.
__Huy, que estudiosas __Dijo, y siguió caminando, no sin antes revolverles el pelo a ambas. No hicieron nada. Ya estaban acostumbradas a Lucas, el animoso basquetbolista.
Apenas se sentaron, dispuestas a realizar química, sonó el teléfono.
__Hola __Dijo desganada Rooney. Estaba podrida del típico saludito del teléfono.
__Hola, Ron. ¿Cómo estás?
Era William. Rooney le hizo animosas señas a Lucy, quien tirando la silla, se le pegó al teléfono.
__Ha, hola William __El tono de Rooney había cambiado completamente __Bien, muy bien.
__ ¿Quieres salir o algo? Acabo de reparar mi bici y puedo ir por ti.
__Me encantaría.
William rió.
__Voy para allá.
Apenas colgaron, Rooney y Lucy gritaron abrazadas. No sabían por qué. La euforia se había apoderado de ellas. De pronto se miraron al espejo. Rooney estaba hecha cualquier cosa. Entonces, desesperada, junto con la ayuda de Lucy, se arregló lo mejor que pudo. Se hizo una trenza, y se puso una remera linda, con unos shorts.
Lucy la miró, una vez que su amiga estaba lista, arqueando las cejas. Algo no andaba bien. Y ahí se dio cuenta. Las zapatillas. Sus viejas All Star. Estaban hechas pedazos. Casi como un acto reflejo, le dio las suyas. Siempre calzaron lo mismo, desde que eran chiquitas. El problema era la diferencia de gustos. Las zapatillas de Rooney eran negras, rojas o incluso verde oscuro. Las de Lucy eran rosa, violetitas, blancas o con flores. Siempre se las regalaba su papá, y a Lucy le gustaban mucho. Lo que sí, odiaba los regalos de su madrastra. Si no eran tacos, eran converse doradas, plateadas o con diamantes. Esas sí que quedaban archivadas en su cajón, y no las usaba nunca. Pero bueno, no entremos en detalles. Las zapatillas de Lucy, eran muy simples ese día (por suerte) ya que eran las clásicas rosadas, que quedaron muy bien con la remera de Rooney.
En ese momento sonó el timbre.
__Nos vemos __Le dijo Lucy, con una mirada cómplice.
Rooney, salió del cuarto y bajó las escaleras, volando. Cada escalón, era una mariposa más en el estómago. Se sentía una princesa. Abrió la puerta, y se encontró con el “príncipe” en su carrosa.
__Hola. __El saludo de William la bajó a tierra.
__Hola Will__ Rooney reaccionó, y se puso colorada __ ¿A dónde vamos?
__A donde quieras __Le dijo riendo, mientras se acercaba. La agarró de la cintura y le dio un beso.
Se fueron, caminando por las sinuosas calles de la concurrida ciudad, como si fueran propietarios exclusivos de las mismas. Llegaron a un callejón sin salida.
__Atrapados __Soltó William, y Rooney rió.
Se sentaron. El piso era frío. Las paredes estaban llenas de grafitis, y había cubos de basura. Algún gato negro pasaba por ahí, de vez en cuando. Un viejo estéreo de las casas de al lado, todavía largaba algunas estrofas de “Angie”, de Rolling Stones.
Miraban el vacío. Rooney lo miró a William y le sonrió.
Este le devolvió el gesto. Tantas cosas veía en esa sonrisa… en esos ojos. Le parecía que la había visto siempre. Pensaba a menudo en Rooney. En lo hermosa que era. No era la típica chica modelo. Era tan natural, fresca, tan ella. Pero… ¿Dónde había estado toda su vida?
Rooney sentía lo mismo, se sentía rara. Se había encariñado mucho con William en los últimos tiempos. Necesitaba tanto de cariño… creían que él era el único que la podía compensar. Will pareció leerle los pensamientos, porque cruzó su brazo en los hombros de ella, y la besó. Pero de pronto, Rooney lo detuvo: se acordó de John.
__¿Qué pasa?
__Es que, quería hablar.
__Habla, entonces __William no parecía molesto, al contrario. Siempre estaba de esa forma. Esa era una cualidad que muy pocas personas tenían.
__Lo que pasa es que me preocupa John. Tienes idea de cuánto nos conocemos ¿No? Desde chiquitos. Pero sucede que… me estoy distanciado de él. Bueno, de él y de todos mis mejores amigos.
__Estuviste hablando con Lucy. ¿No? __La interrumpió William.
__No… sí.
__Lo sabía __Dijo mirando hacia abajo. Siempre lo hacía cuando estaba triste __No tenías que decirle a ella. Podrías haber venido a decirme a mí.
__Es lo que estoy haciendo __Le espetó Rooney__ Lo que quiero decir, es que odio ver a John triste. Y está sufriendo mucho. Es como un hermano mío. Y tengo miedo que salga herido. Las peleas que tiene contigo… no le van a hacer nada bien.
__Es un hombre. No una florecita.
__Ya sé, pero… ¿Qué paso en la dirección?
__El director “nos llamó a la reflexión”.
Rooney rió. Le resultaban muy graciosas las burlas que confería William al sistema educativo.
__No se qué te da risa. Es una porquería, y siempre intentan buscar culpables. Quién crees que fue el culpable esta vez…
__¿Tú?...
__Negativo. Fue John.
Rooney le miró el brazo a William. De pronto descubrió que… y no lo pudo creer. Agarrándole la muñeca, le dijo:
__¿Qué es esto?
Es que en la pálida piel del chico, se veían tres rojizas marcas. Moretones. William quiso evadirlo, pero Rooney tenía más fuerza.
__Estás débil… __Le dijo preocupada.
William perdía fuerzas. Sida. La sola mención de esa palabra provocaba estragos en la mente de ambos. Rooney estaba aterrada. Pero no era la única. Porque William, aunque no lo pareciera, estaba asustado. La chica quiso cambiar de tema, pero no se le ocurrió nada. Pero para su suerte, fue William el que varió:
__ ¿A qué querías llegar con todo esto?
__A que… __Le costaba decirlo__ A que, va a ser mejor que nos demos un tiempo.
William se quedó en silencio.
__Esta bien para mí. Pero recuerda esto: estás haciendo esto para no herir a John. Pero hieres a otros.
Y así Rooney pudo contemplar como el chico al irse, cuando le dirigía una sonrisa, dejaba ver una lágrima. Se quedó sola, odiándose a sí misma.
● ● ● ●
El día siguiente, no fue muy lindo. Fue un asco, en resumidas cuentas. Rooney no le podía ver la cara a John. Ni a William. Había entrado a la escuela con Lucy, porque esta se había quedado a dormir, pero así como entró, quería salir corriendo. En fin, estuvo todo el día en compañía de Lucy, aunque también estuvo un poco con Trace y George, cuando ninguno de ellos iban con John.
Era la última hora. Tenían historia. Luego, almorzaban en la institución y posteriormente recibían lecciones de gimnasia. Estaban escuchando al profesor Tosh (un hombre de setenta años, ex militar, robusto y muy exigente) hablar sobre muchas palabras sueltas, porque nadie entendía. “Masacre, Revolución, Demanda, Deuda…” resonaban en la cabeza de Trace mientras se dormía sobre los manuscritos. De repente, le cayó un papel. Miró a su alrededor, y comprobó que era de Lucy, quien le hacía señas desde la otra punta del salón. Lo abrió y decía; “Tenemos que hacer algo. Estamos muy separados. Rosi desapareció. Rooney no habla más con el colorado, pero aún así sigue distanciada de John. No me respondas, de seguro te descubren. Besos y abrazos. Lucy.”
Horas más tarde, luego de almorzar, todos tenían nauseas (el especial del día era pasta). La clase fue, como la mañana, solo que el doble. Primero, corrieron por el estadio. Luego empezaron a hacer lo peor.
__¿Te enteraste de lo del baile anual? __Le preguntó Lucy a Rooney, aprovechando que estaban enfrentadas haciendo flexiones.
__No.
__Va a ser el sábado, no este, si no el siguiente.
__¿Y qué hay con eso?
__¡Rooney! Debemos buscar una pareja. ¿Tienes la tuya?
En ese momento, se pararon y continuaron haciendo estiramientos.
__No sé con quién voy a ir. No sé si voy a ir __Confesó Rooney, casi sin aliento.
Y era verdad. No era para evadir a Lucy. Volteó para observar a William. Estaba parado, prestando atención a las indicaciones del entrenador, un tanto alejado de los demás chicos. Luego reparó en John, en la otra punta. No soportaba que estén peleados… tenía que arreglar las cosas…
__¡SOGA! __Fue el grito del entrenador que la despertó. Sus compañeros festejaban y vitoreaban, ya que este era el desafío preferido de todos. Se ataba una soga gruesa y larga al techo en donde había una campana. Uno debía trepar la soga hasta el final, y al terminar, tocar la campana. Parecía fácil, pero no lo era si uno considera que el techo estaba a unos 10 metros del piso. Este desafío, era el peor, aunque muchos lo ocultaran. Si uno no iba hasta el final era el “perdedor”. No era popular, ni atlético.
La profesora, en medio de los festejos, extendió la colchoneta debajo de la soga, con la ayuda del entrenador. Esta colchoneta tenía al menos un metro de grosor. Y así, fueron trepando, uno a uno, mientras el entrenador tomaba notas. A todos sus compañeros, les resultaba muy fácil. Por parte de los chicos, George, John y Trace eran excelentes y a Lucy le costaba bastante. Rooney no lo hacía tan mal como Lucy, pero no tan bien como los chicos. En ese momento, la vieron a Rosi, en dos segundos, subiendo y bajando la soga (cosa que ya era habitual). Les sorprendió verla; a la mañana no había estado. Apenas los vio, se escondió entre los otros.
William no lucía nada bien. Estaba muy pálido, más pálido que de costumbre y muy frío. Cuando al fin llegó su turno, temblando, se paró en frente de la soga y la miró de arriba abajo. Lo miró al entrenador, y a sus compañeros. A Rooney le dio un poco de pena verlo así… confundido. Sabían que un enfermo de VIH no estaba en condiciones para subir una soga. Ni siquiera para levantar a un perro de tamaño normal. No lo aguantaría. Como se tardaba, sus compañeros lo empezaron a abuchear. Todos menos Rooney, que les gritaba que paren. Y… al final, William tomó la soga. Sus compañeros lo abucheaban más fuerte. El entrenador le decía que suba, o lo reprobaría. Comenzó a treparla, y Rooney le gritó que parara. Estaba haciendo un esfuerzo muy grande, su cuerpo no lo aguantaría. Los chicos miraban preocupados y también empezaron a ayudar a Rooney, pidiéndoles a los demás que se callaran. Pero nadie les prestaba atención. William parecía exhausto y cayó al piso. Todos corrieron en su ayuda.
Sus compañeros, cambiaron el abucheo por el cuchicheo. Habían formado rondas mientras los profesores auxiliaban a Will. Rooney estaba muy preocupada, aunque no lo demostrara.
__ ¡RON! __Le gritó Lucy sacudiéndola.
__ ¡¿Eh?! ¿Qué pasa? ¡No me hagas así!
__Es que te llamé cincuenta veces. __Lucy se detuvo cuando se dio cuenta que estaba observándolo a William __¿Qué nos está pasando?
__Nada. Tan solo me preocupa, es todo.
__Y aquí vamos devuelta __Dijo George poniendo en blanco los ojos.
__Eso es lo que nos está separando. William __Dijo John.
__ ¿Cómo dices? __Replicó Rooney indignada __¡Cómo puedes decir eso! Lo prejuzgas demasiado, John. Es un chico muy bueno.
__Muy bueno para tocarte __Respondió John, y George soltó una carcajada.
__Rooney, es que eso no es lo que queremos decirte __Dijo Trace con su espíritu comprensivo__ Lo que pasa es que no nos importa que te hagas nuevos amigos, puedes hacerte todos los que quieras. El problema es cuando te aíslas de nosotros. Nosé si es por ese chico, pero cuando estas con él te aíslas de todo y de todos.
Rooney se quedó pensando.
__Quisiera que estemos más juntos __Dijo después de un rato.
__Todos queremos eso.
__Hay que poner algo de cada uno. Prometamos que vamos a estar juntos __Dijo Lucy mirándolos.
__Prometido.
__Prometido.
__Prometido…
Se quedaron observándose los unos a los otros.
__Y bien.. ¿Ya está todo resuelto? __Preguntó Trace mirándolos a Rooney y a John.
__Sí…__Contestó Rooney cruzada de brazos, mirando resentida a John.
__Ejem….
__Bueno, esta bien. Perdón John, lo… siento.
John también tenía los brazos cruzados, pero miraba con cara altiva, orgullosa a Rooney.
__Aceptadas __Dijo sonriendo. La chica le devolvió el gesto.
Se abrazaron. Como un equipo. Como un grupo. Cuando adoptaban esas conductas infantiles, a menudo, les recordaban a cuando eran más pequeños. Tomaban los disfraces del rincón de juegos, y jugaban. Se divertían como nunca. Al finalizar una aventura, terminaban así, abrazados como ahora, riendo… Podían bloquear un momento, y transformarlo en un misterio. Cada día era un desafío. Y se dieron cuenta cuanto se habían extrañado.
● ● ● ●
El estado de William empeoraba cada vez más. Casi no hablaba. Se sentaba solo y siempre se lo veía con dolor de cabeza. Estaba muy frágil y tan pálido como siempre. Aunque él quisiera ocultarlo, los síntomas de su enfermedad eran inminentes. Lo único que permanecía era su sonrisa. Que ya no era tan amplia.
Rooney ya no habló más con él. Estaba con sus amigos, salían juntos a bailar. Vivía como una adolescente normal, hablaba por teléfono. Tenía citas con John. Sus padres la veían más animosa, y ya no estaba preocupados por ella.
Ese día, era un jueves, a las siete de la tarde. Era verano en Montreal, pero el sol ya se había puesto. Estaba revisando su casilla de correo por su notebook, en el living de su casa. Al lado de ella, se había ubicado Hummble, su viejo perro raza basset hound. Estaba cómodamente instalada, hasta que su mamá le pidió que fuera hasta el almacén. La encargada de cocinar, Noni, no estaba disponible ese día. Asique su mamá se tenía que resignar a la desagradable tarea de preparar una cena…
Rooney se calzó sus zapatillas, se cambió el pantalón y bajó dispuesta a conformar a su progenitora. La calle estaba silenciosa. No hacía frío.
Llegar hasta el almacén era una hazaña. Y no precisamente porque quedara lejos. Era en una esquina peligrosa.
Estaba en la segunda cuadra… y ahí lo vio. Tan reluciente, fresco y joven como siempre… William. Venía caminando solo, con las manos en su campera, mirando sus pies. Lentamente, como si nada estuviera funcionando realmente…
Rooney le pasó por al lado. Creyó que no la había reconocido, y triste, siguió caminando. Pero para su sorpresa, William la tomó del brazo justo cuando estaba pasando al lado de ella.
__Hola __Le dijo.
__Hola __Contestó Rooney.
Se quedaron en silencio.
__¿Te acompaño?
__Me encantaría __Asintió la chica.
Caminaron solos, en silencio. Ahora sí empezaba a hacer frío. La acera estaba mojada y resbalosa. Decidieron ir por la calle.
__¿Como estás? __Preguntó ella, por decir algo.
William río por la bajo, meneando la cabeza.
__No puedo creer que me lo preguntes.
Rooney no esperó respuesta. Sólo esperó un momento y le dijo.
__Podrías hacerte nuevos amigos algún día.
__No necesito a la gente. No me queda mucho por hacer en este mundo.
__No digas estupideces.
__No me mal interpretes. Creo que tal vez viva por un tiempo más. Creo __Mientras más hablaba William, Rooney lo miraba más con cara de indignación. El chico parecía no tomarse muy enserio las cosas __Mi mamá me va a acompañar a un doctor de la ciudad. Es alguien que conoce.
__Eso es bueno __Le dijo Rooney sonriendo.
__No creo que sea necesario __La miró a los ojos__ Voy a morir Rooney, lo sé. Lo siento.
__William, no digas…
Rooney por fin lo miró. Esos ojos no le mentían.
__No es cierto __Le dijo con lágrimas en los ojos. Nadie le contestó__ Por favor William, dime que no es cierto…. Estás exagerando… William…. __Rooney no lo podía creer y William la tomó por los brazos__ ¡William, por favor! ¡Dime que mientes!....
La abrazó. Hacía mucho tiempo que no se abrazaban. Rooney se sintió transportada a otro mundo. Era uno de esos abrazos sinceros, esos que hacen falta. Estuvieron así por un tiempo muy largo. Tan largo que olvidaron que se encontraban de noche, en una zona peligrosa. Por fin se separaron. En ese momento, Rooney pudo observar como un se les acercó un sujeto raro. Venía con las cejas arqueadas, un gorro de lana negro, y escondiendo algo detrás.
__Lo quiero todo __Les dijo.
Rooney creyó que llegaba su fin. Su corazón latía rapidísimo y comenzó a rezar todas las oraciones que la habían enseñado en el catequismo mientras pedía a Dios no morir.
__No tenemos nada __Contestó William.
No alcanzó a terminar la frase, porque un fusil cortó sus palabras. Un fusil que cortó sus palabras y su espalda en dos.

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