jueves, 14 de julio de 2011

3
“Fort Rolland.”


Siempre, desde que tenían uso de razón, los seis eran los mejores amigos. Bueno, primero lo fueron Trace, Rooney, Lucy y John. Más tarde Rosalinda y George. Sus padres también se conocían. Y los de John y Rooney también. Es más, si no se hubiera conocido tan bien una familia a la otra, hubieran sospechado de un romance si precisamente su hijo/a habla por teléfono con alguien del sexo opuesto. Pero ellos ya eran como hermanos.
__Red Fockers Stupid, that’s what you should be ♫
__ John, basta.
__Cause I’m the revelation of the general pop!!!!!! ♫
__John, basta __Reía en el teléfono Rooney__ Tanto Gleens of Flavors hace mal __Le dijo refiriéndose al nuevo grupo de moda en Montreal.
__Mm no lo creo. Yo me siento vivo.
__Yo no dije que ibas a morir.
__Perdón, no te escuché. Estaba cantando.
__Sí, ya me di cuenta.__ Suspiró y agregó __Algún día, ya verás… vamos a escuchar los hits de amor de nuestro amigo George por la radio…
__Las canciones de George no son tan buenas como las de los Gleens.
__Bueno, basta. Hablemos del grupo, ¿Qué hay con ese chico nuevo?
__No lo sé. Es raro.
__Sí, aunque nosé, no lo conocemos todavía. ¿A dónde haremos el trabajo?
__En mi casa imposible. Mis padres están en Albania y mi hermano y yo no estamos siendo demasiado ‘acomodados’. Todo está tirado por cualquier parte.
__La mía tampoco. Mi abuela vino de visita, y está muy enferma. Bueno, ya sabes cómo es… su enfermedad.
La abuela de Rooney estaba chiflada. Los médicos no lograban identificar a falla, pero lo que sabían era que tenía arterioesclerosis múltiple. A menudo confundía a la gente que no conocía con “ladrones”, “pillos”, “malditos cobardes” o incluso “estafadores”. Sus amigos lo sabían muy bien e intentaban esquivar el tema.
__¿Y si le preguntamos a George?
__Me parece bien. ¿Lo llamas tú?
__Sí.
__Nos vemos.
__Hasta luego princesa.
__ ¿Princesa? __Rió Rooney.
__Sí ¿No te puedo llamar así?
__NO
__¿Cómo te tengo que llamar?
__Rooney.
__Bueno, nos vemos, Rooney.
__Chau.
Rooney colgó, y meneando la cabeza, se fue a su cuarto. Después de todo, a ella le gustaría algún día ser la “princesa” de John.

● ● ● ●
Al final, decidieron reunirse en la casa de George. Quedaba en la otra punta de la ciudad, pero era la única opción que tenían. Nadie podía ofrecer su casa. Y ahí estaban. A las 3:30 del sábado en la casa del chico. Era de un solo piso, estilo alpino, muy modesta y pequeña. Las paredes eran de madera y estaban llenas de adornos de su madre, y los estantes también.
__¿Quien falta? __Preguntó George luego de contar a los chicos.
__Nadie __Respondió John.
__Bueno… entonces empecemos __Dijo Rooney sacando sus cosas.
__Esperen… yo tengo una idea __Dijo Trace__ Para el proyecto… estaba pensando… ¿No hay ningún monumento, estatua o algo con forma de figuras? Tal vez eso sirva. Si lo vemos todos los días, eso sería geometría diaria.
Los chicos no podían decir nada. La idea era buena.
__Bueno, a una cuadra está el parque Fort Rolland. Ahí hay unas estatuas rectangulares. Dicen que es arte “moderna”. En mi opinión es basura. Pero si insisten…
__¿Están esas estatuas en el parque? __Dijo desconfiando Rooney.
__Sí, están. Yo fui y las vi. __Respondió William, el chico nuevo, que hasta ese momento estaba callado. Miró desafiando a Rooney. Se notaba que no le caía bien.
Ante semejante evidencia, ella se quedó callada.
__Bueno, vamos…
__¿Pero eso no queda muy lejos? __Dudó Lucy interrumpiendo a George.
__No, si hacemos una cuadra llegamos a la avenida Broadway al 43. Una cuadra más y…. estamos directo. __Le dijo John.
__Bueno, yo no le veo problema __Opinó Trace.
George tomó la llave de una mesita ratona ubicada a un costado de la puerta y la abrió. Y así, los cinco junto con William, salieron a la calle. Afuera corría una suave brisa otoñal. Comenzaron a caminar.
__¿Y William? ¿Te gusta la escuela? __Sacó tema John.
El rojizo contestó;
__Mmm… sí. Algo.
__¿Por qué te transferiste a la nuestra? __Preguntó Lucy sumándose.
__ Es que yo antes vivía en Washington, con mi padre… pero me vine a vivir aquí, con mi madre. Ellos están divorciados… desde hace años.
__Ha… ¿Y te parece lindo el curso? __Preguntó John.
William lo meditó un poco y respondió:
__Bueno… bastante… es decir, nunca tuve muchos amigos. En la otra escuela los chicos eran estúpidos y las chicas regaladas.
__¿Y las chicas de esta escuela como somos? __Se animó a preguntar Rooney.
William no respondió.
__Crucemos la avenida. Rápido, el semáforo apunta al rojo.
Corrieron por la senda peatonal, hicieron otra manzana y llegaron a destino. Al llegar, caminaron unos cien metros, a donde George decía que se encontraba esa escultura geométrica. El lugar era hermoso. Era un parque que parecía poseer una extensión horizontal infinita. Tenía todo un lago bordeándolo, y muchos árboles con las hojas secas. La orilla era de piedras y el agua de mar estaba muy calma, por eso parecía un lago. Parecía más un lienzo.
George y John iban delante de todo, hablando, discutiendo y riendo. Luego venían Lucy y Trace de la mano, y por último, Rooney y William.
__¿Asique eres de Washington?
__Así es.
__Debe ser muy feo que tus padres no se hablen.
__Bastante. Mi padre es un poco… distante conmigo. Prácticamente no me habla. Pero es bueno. Nos llevamos bien.
__¿Y qué hay de tu madre?...
__Ella… ella no puede cuidar de mí. Le quitaron la tutoría.
__¿Por qué? __Rooney estaba metiéndose mucho, y lo sabía. Pero la intriga pudo más que ella.
__Porque es alcohólica. __Respondió William. Rooney se quedó estupefacta. No lo podía creer. La respuesta había sido demasiado cortante. En momentos como esos, se sentía totalmente chiquita y egoísta. Ella preocupándose por cosas tan diminutas, como la tarea, los chicos y sus notas. Mientras allá afuera habían chicos como William, que no podían ver a su propia madre.
Lo miró. El tenía los ojos brillantes y le sonrió.
__William, yo…
__Dime Will.
__Esta bien, Will, yo… perdón si te ofendí en la casa de George… o empezamos con el pie izquierdo…
__Estás perdonada ___Le dijo sonriendo.
Rooney se ruborizó. Le devolvió la sonrisa, y luego miró para el suelo. Siguieron caminando, detrás de los otros. Ella pensando en nada, y él, pensando en lo linda que era.
Al fin llegaron al lugar que George les había indicado. Pero en vez de empezar a hacer el trabajo, se tiraron al pasto. Estaban cansados de caminar. La suave brisa del lago los despeinaba. El ruido del agua era música para los oídos. Era aire puro, que curaba el alma y hacía bien.
Y también hacía florecer el amor. Porque Will, acostado al lado de Rooney le sonrió. Ella le devolvió nuevamente el gesto. William le dijo:
__Dime como te sientes.
Se hizo una pausa. El ruido del agua contra las rocas, era lo único que se escuchaba.
__Cuando era pequeña, mi abuelo me traía. Bueno, nos traía. __Y ahí rió__ A mí y a mis hermanos. Pescábamos. Mi abuelo era un hombre sabio, siempre nos encargaba una tarea a cada uno. A mí me tocaba llevar la cesta con la merienda, preparada por mi abuela. Cumplía orgullosa mi deber… aunque claro, mi abuela estaba mejor en esa época… al menos sabía dónde estaba parada. Era una mujer llena de vida, un elixir. Era mi fuente inagotable de energía. Ahora… las cosas son distintas. Mi abuelo murió… y se llevó a mi hermano menor consigo. Ambos murieron en un accidente, un día que fueron a pescar a un lago de por la zona. Si tan solo recordara el nombre… recuerdo que no me dejaron ir, porque quedaba muy lejos. Mi hermano mayor tampoco pudo ir, tenía mucho que estudiar. Mi abuela después de eso, no volvió a ser la misma. Fue enloqueciendo poco a poco. Y…
Y ahí se detuvo. Esos recuerdos le trituraban la mente. Nunca había hablado con los chicos de eso. Era raro que se lo esté contando a alguien que no conocía. Era como si existiera una conexión entre ellos, algo subliminal, tan solo química. Y ahí estaba ella, hablándole con la confianza que sólo se le tiene a un mejor amigo, a un desconocido, a alguien que acababa de conocer en tan solo cinco minutos…
__Dime quien eres __Rooney se sacaba las lágrimas con la manga de su campera.
__Sólo sé quien quiero ser __Respondió William, sin quitarle los ojos de encima.
__Quién pretendes ser, entonces.
__Sólo conoce su futuro quien sigue sus sueños.
Y ahí no necesitó explicarle nada. Rooney entendía a la perfección.
__Quisiera ser alguien en mi vida __Le decía mientras lo acompañaba a su casa, luego de terminar el trabajo. __Por eso es que soy tan insoportable a veces. Quisiera ser más inteligente. Es mi sueño.
__Eso es presión. Te sientes culpable por la muerte de tu hermano, y triste a tu vez por la de tu abuelo. Crees que estás haciendo lo correcto. Quieres ser perfecta. Pero la perfección no existe. Quien la busca, jamás la encuentra. Eso no es humano.
__Me estás quitando mi ideal de vida.
__Sigue tus sueños, no te obligo a nada. Pero sólo te estoy advirtiendo, que tus sueños están vacíos. No hay nada que buscar en verdad.
Rooney no entendió.
__Dime, cada vez que ves a esos médicos por la tele ¿Los ves felices? Dan conferencias, reciben premios… ¿Pero… tú, en verdad los ves felices? No. Están vacíos. Sus sueños no existen. Eso no es lo que quieren en verdad. Lo hacen porque probablemente, sus padres también sean médicos. Y los padres de sus padres también. Y probablemente sus ancestros también. Y sería una aberración para la familia que un hijo no siga la tradición, ¿No crees? Además se vería muy beneficiado, por el hecho de que todos los hombres de familia hayan sido médicos, le gana la confianza de todos los pacientes y una puerta. Una puerta abierta al mundo de la medicina, pero no a la felicidad. Tal vez a uno de esos muchachos le habría gustado la música, o el arte. Pero claro, los artistas mueren de hambre. O al menos así son vistos en la sociedad. Los padres no confiaron en su hijo. Es que cuesta mucho creer en los sueños de otros, porque no estás sintiendo lo que ellos sienten. Eso es, precisamente lo que falta hoy en el mundo.
Se quedó callada. Cuando llegaron a su casa, se paro en el pórtico, y le dijo:
__Gracias.
__Siempre que me necesites __Le dijo sonriendo. Rooney se detuvo a mirarlo. Sus ojos verdes resaltaban en su cara llena de pecas. Repleta. Era muy lindo, el chico rojizo. Era su chico rojizo.
Se dio vuelta y se fue en su bici. Rooney lo miró hasta que desapareció.
__La gente es realista, opaca, no mira más allá de su propia burbuja. __Le decía otro día, en el que volvían de la escuela juntos. Sus casas quedaban muy cerca. Bueno, no tanto, pero a la misma altura.__ ¿Te acuerdas del ejemplo que te día el otro día? ¿El del médico? Bueno, eso falta en el mundo. Sueños. Gente con sueños. Hay muy pocos. Una vez tuve una amiga. No más grande que tú. Ella tenía un sueño. Pero todos la tiraban abajo. Le decían que estaba loca, que era imposible, que eso no le podía pasar. Sus padres le decían que era una fantasía y solo elegían a uno en millones. Pero su sentimiento era más fuerte.
__¿Quién era esa persona? __Le preguntó Rooney, luego de un rato.
__Nadie especial. Sólo quisiera que entiendas, que tú no tienes un sueño. Es un trauma.
__No te creo.
El rió y movió la cabeza lado a lado.
__Si fueras otra persona, me alejaría en silencio, muy molesto. Pero hay algo que me gusta, en tu testarudez.
__No eres la clase de chico con la que saldría.
__No soy la clase de chico correcta para nadie.
__Tampoco te creo. Todos tenemos nuestra media naranja.
__No creo en cursilerías amorosas.
__Yo tampoco, pero eso es verdad.
__Por supuesto que no. Esta vez, yo no te creo.
Y siguieron ahí, en una esquina, un día nublado, cuestionándose la vida. Parecía que no iba a tener fin.
__Veamos, asique. ¿Yo tengo que creer en la media naranja porque “eso si existe”?
__Sí.
__No lo voy a hacer.
__Es tu problema.
__Perfecto. No me persigo mucho.
__En el fondo sí.
__No me conoces tanto como crees.
__Tú eres el que no me conoce. __Le dijo Rooney casi gritando. Era increíble, pero William siempre mantenía su tono de voz. Era como si siempre estuviera manteniendo una agradable charla.
__Te conozco lo suficiente. Eres hermosamente testaruda.
Rooney ahí se quedó callada, por primera vez. No se esperaba eso. William se acercó y le dio un beso. Fue más como una caricia. Ese chico era tan especial… su piel era suave, sus ojos verdes. Su piel pálida, su cabello rojizo… y sus pecas. Agarraba a Rooney de la cintura, como si siempre lo hubieran hecho. Una vez que la soltó, la abrazó por los hombros, y empezó a caminar con ella.
__Nunca pensé que nuestras locas teorías acerca de la vida terminaran en esto __Dijo William, y Rooney se rió.
Caminaban sin rumbo, sin destino fijo. Como el primer día que se hablaron por primera vez, en Fort Rolland.

● ● ● ●
Otro día, mientras charlaban, Rooney notó algo malo en Will. Sus pupilas estaban más brillosas que de costumbre y evitaba mirarla a los ojos. Estaba algo desanimado, como cansado.
__¿Pasa algo? __Le preguntó luego de un rato.
__Mucho. __William no retiraba la vista del piso. Estaban sentados en la puerta de la casa de Rooney. A esa hora no había nadie. No les había dicho a sus padres que salía con William. Ni pensaba.
__Quiero saber que te está pasando.
__Yo también quisiera.
Rooney no entendió. El chico suspiró y mirándola a los ojos por primera vez, le dijo:
__¿Qué quieres sabes? Mi padre me odia. Trae novias todos los días, yo lo tolero, es su vida. Yo fui un error en este mundo ¿Entiendes? Mis padres se conocieron una noche, ebrios. Mi papá le sugirió a mi mamá que abortara. Mi madre es una loca, pero curiosamente, siempre me defendió a muerte. Sudo a la noche, tengo pesadillas. Cuando era pequeño soñaba con gente extirpada, degollada, muerta a cuchillazos. La mayoría de los niños sueña con monstruos. No tuve esa suerte. Hace poco, unos días, fui al médico, solo por curiosidad. Ya sabes, para quitarme la duda. Me dijo que me iban a hacer unos análisis. Unos días más tarde, abrió la puerta del consultorio, y apenas lo vi, supe que algo no andaba bien. Y me dijo lo peor. Ahora no creo en la vida. No existe la felicidad. __Hizo una pausa, seguida de un suspiro__ Tengo sida. No me mires así, no es mi culpa. Es heredado de mi mamá. Nadie va a pagar mi tratamiento.
Rooney estaba al borde del llanto. Esas cosas la conmovían. A pesar de que ella debería estar reconfortando a su amigo, él la estaba reconfortando. Le secaba las lágrimas. El mundo se destrozaba ante los ojos de ambos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario