jueves, 14 de julio de 2011


1
“Dalo por hecho.”


Montreal, Canadá.
Rooney corría por la calle. Era de noche y la niebla apenas le permitía divisar sus All Star. Pero tenía que hacerlo rápido, ya eran las 20:30 y todavía no había hecho su tarea.
Se detuvo brevemente en una vidriera de antigüedades, y en su propio reflejo, pudo divisar el desastre que era su pelo en esos momentos “Y pensar que llevamos el peine a todos lados.. ¡A donde está cuando realmente lo necesitamos!” Arregló su peinado como pudo y siguió corriendo.
Supo que tenía que doblar al ver la publicidad del “Mejore su shampoo Anti-Caspa. Trescientos sesenta y cinco días sin caspa, COMPROBADO”. Recordaba las indicaciones de su amigo Trace.
Dos manzanas, tres casas más… y ahí estaba, frente a frente con la que parecía ser la casa de su amigo. Tocó timbre. Era un hogar pequeño, de dos pisos. Le llamó la atención que ningún perro ladrara ante el estridente sonido del timbre. Trace a veces le hablaba de su nuevo cachorro, al que todavía no sabían como nombrar. Claro que eran muy breves sus conversaciones con él. También debía charlar con los demás chicos del grupo... Además eran parte de los 4 que se conocían desde jardín… Rosalinda y George habían entrado en primer grado. Rooney se impacientaba ¿Sería esta la casa? ¿Las indicaciones de Trace habrán estado mal? Bueno, si no era la casa, podía salir corriendo. Había hecho cosas peores en su vida.
Pero, evidentemente era la casa. Lo constató cuando le atendió Roxy, la pequeña hermana de Trace, de piel negra caribe, igual que él.
__ ¡Hola! __Dijo la pequeña mientras masticaba una golosina.
__ ¡Hola..! Soy una amiga de tu hermano… ¿Está él?
__¿Sos la novia? __Le preguntó con los ojos bien abiertos.
Rooney se rió para sus adentros.. ¿¡Novia de Trace!? Eso sí que era gracioso.
__No, la novia de tu hermano es una rubia, mucho más quisquillosa que yo.
La pequeña ojos de sapo, los abrió más que nunca e intentó salir corriendo. Claro que no pudo llegar hasta la mitad de la sala, donde su hermano se asomó, la alzó y le hizo cosquillas. Las largas rastas de Trace tapaban la carita de Roxy. Luego la soltó y se acercó a la chica. Rooney estaba parada en el umbral y reaccionó. Se dio cuenta que ya eran las 8:45 ¡Se había distraído mucho!
__Trace.. yo no quería… decirle lo de Lucy…
_Algún día se iba a enterar __Dijo riendo pensativo.
Pero no era tiempo para esas filosofías.
__Trace, necesito las hojas.. sí, eso. Dámelas. Ahora. Ya
__Ron__ Dijo sonriendo con toda naturalidad__ ¿Por qué faltaste?
__Tenía que viajar… ¿Dieron mucho? ¿Alguna prueba? ¡No me digas que nos anunciaron alguna! Hay no…
__¿Qué prueba querés que nos tomen? __Dijo riendo relajadamente.
__Yo, yo nosé, pero, ya somos grandes, esto es la secundaria, ya sabes como es esta escuela…
__ ¡Ja, ja! ¡Pero si todavía ni terminamos el trimestre, Rooney! __Dijo riendo nuevamente. ¿Es que este chico nunca tenía preocupaciones?
__Tenés razón, perdón en serio, pero vos sabés… estoy muy estresada.
__Bueno, tranquila, vamos a entrar que yo te doy las cosas.
Entró a la casa de su amigo. No era muy grande, pero tenía muchos adornos y estantes. En la sala de estar habían hamacas paraguayas en vez de sillones, y cuadros de Bob Marley abundaban. En el comedor estaba su padre y su madre, ambos africanos.
Rooney saludó a los padres, quienes parecían estar igual de relajados y la recibieron con una sonrisa. Ya estaba saliendo de la casa, con las hojas de las materias dadas, cuando le dijo a Trace:
__Mañana te llevo las hojas…
__No importa, si se te hace más cómodo me las pasás otro día__Y la saludó con la mano y una sonrisa.
Definitivamente, este chico no tenía nunca ninguna preocupación. Pero en ese momento era ella la que tenía que preocuparse. No por sus papás, claro. Ellos trabajaban y llegaban a las nueve y media. Si no por copiar todo y hacer toda la tarea.
Llegó a su casa, y estaba Lisa, la mucama y niñera. Su hermano, Lucas, volvía a las nueve. Se había quedado en el club con sus amigos de básquet. Comió, hizo la tarea y se quedó dormida sobre las hojas.
● ● ● ●
__Arriba, mi linda __Fue lo que la despertó. Su padre frotándole la cabeza con la mano, y en la otra tenía una taza de café.
Se sobresaltó y se dio cuenta que se había quedado dormida sobre la mesa de la cocina. Le dijo que sí a su papá, y corrió a darse una ducha. Desayunó y a las 8:45 ya estaba en la puerta de la escuela. Entraban a las nueve. Poco tiempo para copiar la tarea.
Corrió al aula. Sus compañeros estaban hablando en grupos, y por supuesto, el suyo, estaba detrás de todo. Trace, Lucy, George, Rosi y John. Estaban discutiendo sobre algún tema, cuando Rooney, despeinad y tirando la mochila les dijo:
__Tarea.
Enseguida todos sus amigos le extendieron las carpetas. George la ayudaba con las cuentas y Lucy copiaba un pedazo por ella.
Lucy, era la hija del intendente. Era rubia, rubia desde que tenían memoria. Muy quejona y con unos ojos tremendamente celestes. Era delgada y frágil. Era muy linda. Pero inaguantablemente quisquillosa y caprichosa, pues sus padres siempre la consentían en todo. Aunque en los últimos años, había cambiado y los chicos la querían de todos modos. Era novia de Trace. Todos se enteraron a principios de ese año y la noticia fue muy sorpresiva para el curso, que conocía las distintas personalidades de cada uno y la verdad que no eran para nada iguales.
Trace era muy relajado y alegre. Era africano, irresistiblemente jamaiquino. Siempre daba buenos consejos y tenía una buena onda contagiosa. Su uniforme con corbata y la infaltable camisa afuera, era casi tan desalineado como sus rastas.
George era músico. No tenía una banda, pero era muy enamoradizo y componía canciones. Era muy tímido, también.
Rosi practicaba todo tipo de deportes, era muy habilidosa. Era hasta más fuerte que algunos de sus compañeros hombres.
En cuanto a John, tuvo muchas novias. Le gustaban todos los deportes, y conquistaba a quien se le antojaba. Todo chica del curso moría por él. Pero todo su corazón lo ocupaba Rooney. Eso ella aún no lo sabía.
Y Rooney… Era muy responsable y aplicada. Siempre la más ubicada y adecuada del grupo. Pero también se ponía muy nerviosa cuando algo no salía de acuerdo a lo planeado.
Ese día tenían a la primera hora castellano. Tocó el timbre y entró la profesora Carla. Esta era la más odiada, y la menos temida, ya que era la más vieja y decrépita.
En esa mañana ocurrieron tres sucesos graciosos. El primero fue que apenas se sentó la profesora, Lucy pisó arriba de la mochila de Rooney y se cayó al piso. La profesora pedía a gritos que alguien la ayude por si se había accidentado, sus compañeros miraban asustados la escena y ellos contenían la risa mientras “intentaban” ayudar a su amiga.
Segundo. Alguien activó falsamente la alarma de incendio. Estaban en la parte llamada “sedante” por John, debido a que todos se dormían: la lectura. Shakespeare era relajante. Y demasiado, conociendo a John, que en esta “sección” de la clase, diariamente tenía que ser despertado por lo menos cinco veces por sus amigos.
Ese día la lectura se había puesto pesada. Se notaba que detrás de los anteojos de la profesora, a veces cerraba los ojos, y apoyaba su cabeza en su mano.
La única atenta, o que por lo menos fingía serlo era Rooney. Y eso que estaba peinándole el pelo a Lucy, que estaba sentada adelante.
Por eso, cuando sonó la alarma, se sobresaltaron todos. Más que todos, la vieja profesora, que salió corriendo, agitando los brazos y gritando sin cesar “¡FUEGO!, ¡FUEGO!”. Pero cuando salieron a la calle, lo único que encontraron fue al director sonriéndoles y explicándoles que solo era un simulacro, y que seguramente el celador había olvidado avisarles.
Fatigados, todos volvieron al aula, pero no alcanzaron a sentarse que el timbre de descanso ya había tocado.
Más tarde, tuvieron geometría, aritmética y física. Salieron de la escuela a las 1:30. Era el día en el que salían más temprano.
Se fueron todos, pero Lucy se quedó ahí. Le había dicho a su papá que lo venía a buscar James, el mayordomo, y a este, que su papá la recogía. Quería volver caminando. Quería ver que se sentía volver como muchos de sus compañeros. Muchas veces lo había hecho, sin que se enterase su papá, claro. Si no estaba muerta.
Vino el papá de Trace en su camioneta, con la madre y su hermanita. Todos sonreían. Seguro lo estaban esperando. “Se habrá quedado copiando. Típico de él” Pensó. Todos seguían sonriendo.
Lucy contemplaba la escena desde la puerta del colegio. Envidiaba con todo su corazón a esa familia ¿Por qué su papá nunca la podía abrazar así? ¿Por qué siempre la conformaba comprándole cosas y no con cariño? ¿Por qué tenía que ser todo así? Después de todo, ella no pedía mucho. Todas las chicas del colegio la envidiaban, pero eso no era una vida, era una farsa. Su mamá murió cuando ella tenía 4 años, pero aún así lo único que hacía esta era estar en el spa, hablando con sus amigas o en el gimnasio. Su papá estaba trabajando de las cinco de la mañana a las 12 de la noche. Y las memorias venían. Muchas veces, de pequeña, lo había esperado en la puerta de su casa hasta que llegara. Recordaba que sus ojitos se cerraban, pero los mantenía abiertos con una fuerza sobrenatural. El entusiasmo de ver a su papá la obligaba a forzar sus pequeños párpados. Y por fin, su papá aparecía. Y desaparecía. Estaba muy cansado como para abrazar a su hija.
Apretó los labios y lágrimas rodaron por sus mejillas. Y se fue corriendo.
Agarró la foto de su mamá. La llevaba siempre, aunque no le cayera muy bien.
__Dalo por hecho __Guardó la imagen, y continuó corriendo.
Se dio vuelta, y no podía creer lo que estaba viendo. Un señor vendía unas cadenitas muy hermosas. Un tenía grabada en sí: SÓLO CREO EN MÍ MISMO. Recordó que eso era lo que Trace le decía siempre. La quiso comprar. Hacía tanto que no preguntaba el precio de algo… ¿Se seguiría diciendo de la misma forma..?
__ ¿Señor… c-cuánto le doy por esto? __Le salió al fin.
__ ¿Te referís a cuánto sale? __Preguntó el joven vendedor.
__Sí eso…
__Para vos, un beso.
Lucy rió. Al menos tenía humor.
__Ahora hablemos en serio, quiero llevarlo…
__Es que enserio sale eso.
Ahora sí se quedó helada. No, no iba a besar a ese baboso. Pero pensó en la cara de su novio, al vérselo colgado.. Tal vez un rápido beso…
Lo besó rápido y se fue, contenta, dejando a Trace estupefacto, contemplando le escena desde su auto.
2
“Mira a tu derecha.”

Los chicos estaban más que aburridos. Llovía mucho, y el día no daba para otra cosa más que para dormir. Estaban tirados en el living de la casa de John, uno arriba de otro. Y lo peor, era que Lucy no había venido. Atendió su mayordomo, y decía que no se sentía muy bien. Hacía tres días que su amiga no iba a la escuela.
Rooney se apoyaba en el hombro de Trace y se miraba un mechón de pelo con detenimiento. No podían dejar que pase eso. No, no podían. No sabían muy bien por qué Lucy no se sentía “muy bien”. ¿Le habrían hecho ellos algo malo?
__ ¿Y si solamente está enferma? __Aporto George que estaba viendo fijamente el techo.
__ Debe ser eso __Comentó Rosi.
Silencio.
__Yo creo que no __Dijo Rooney. Estaba esperando que Trace dijera algo, el siempre tenía esa palabra justa, la sabia reflexión. Pero su amigo no dijo nada.
Estaba dolido, se sentía mal. Su mente estaba en cortocircuito, y su corazón roto en mil pedazos. ¿Por qué había visto a Lucy correr llorando de la escuela? ¿Qué era no sentirse “muy bien”? ¿Qué hacía besando a otros? Quizás no era ella. Sí, lo era, la podría reconocer de acá a mil kilómetros. No le había dicho nada. Lucy no era así. Siempre se sentaban a hablar. Hablaban todo. Descubrió lo profunda que era ella. Por eso habían decidido ser novios.
Sus amigos lo notaron. Y muchas veces lo quisieron ayudar, pero no sabían cómo. Rooney se acercaba a veces, e intentaba buscar la palabra justa, pero no le salía. Y se iba.
Trace caminaba a su casa mirando el piso. Su mente era como una película. Escenas se le cruzaban. El y Lucy, desde materno hasta hoy, cuando tuvieron que hacer un obra de primer grado, cuando se fueron de vacaciones juntos, hablando, riendo, dándose su primer beso hacía tres años (cuando tenían trece). Un impulso lo guió hasta la casa de ella. Y casi sin darse cuenta, tocó timbre, sin pensarlo. Se arrepintió. Se estaba imaginando a Lucy enojada con él, con el chico que hoy estaba besando. O peor, que le atendiera su papá.
Y fue Lucy en persona, la que lo recibió. No lo dejó ni hablar, que ya lo estaba abrazando muy fuerte. Tenía su pelo rubio suave, como siempre. Y podía sentir su respiración. El mundo seguía, pero para ellos ya se había detenido hace rato.
● ● ● ●
El período escolar del día siguiente se desarrolló con normalidad. Los chicos no sabían que le pasaba a Lucy, pero sabían que estaba mucho mejor. Es más, era como si nada hubiera pasado. Se reía como siempre lo hacía. Trace tampoco sabía. Con abrazarla le había bastado. Significó más que mil palabras. Ahora todo estaba bien.
Volvieron del descanso, y fueron al aula de arte. La profesora estaba chiflada y les hablaba de grandes pintores.
Les dio la consigna rápido, lo que los chicos agradecieron, ya que no querían despertar a su amigo John que comenzaba a dormirse de nuevo. Tenían que hacer una pintura. No sabían muy bien de qué, porque para su desgracia nadie había escuchado las instrucciones.
John fue el primero en tomar la pintura. Quiso dibujar un caballo. Rooney se rió, porque parecía más una macha marrón “sin forma de nada”. Le sacó el acrílico de la mano a su amigo, pero este se resistió. Se reían y forcejeaban. Ellos estaban en un mundo paralelo.
George pintaba un paisaje. Mientras, le contaba a Lucy que alguna vez lo había soñado, y quedó en su memoria. Lucy lo miraba sorprendida y escuchaba con atención su relato.
Trace quería pintar algo, pero no sabía qué. Miró de reojo a Lucy, y le sonrió. Esta le devolvió el gesto.
¿Y Rosi? No estaba, nadie sabía a dónde se había ido. Era muy misteriosa.
La pelea entre John y Rooney provocó que el acrílico volara por las aires, y cayó en el uniforme de Lucy. Mortal. Lo peor que le podían hacer… mancharle su ropa. Los miró con odio. Pero hizo algo que sorprendió a todos. En vez de enojarse y dirigir palabras hirientes, como siempre hacía, tomó un pote entero de tintura y se los arrojó.
En unos minutos, la mesa de los cinco, se convirtió en una batalla naval de pinceles y pinturas. John usaba de escudo su papel, pero Rooney se lo sacó y le tiró pintura roja en la cara.
La diversión se acabó cuando llegó la profesora, que al oír gritos bajó para darles el mayor castigo de su vida, y recibió por respuesta un pote de pintura.
Llamó al director, a la vice directora y a todo el cuerpo docente.
Como primera medida, les ordenaron ir a la dirección, INME-DIATA-MENTE.
Fueron un poco riéndose, y con un poco de miedo, más que todo.
__Pasen __Le dijo el director.
Entraron.
El director estaba en su escritorio, y parada a su lado, la profesora con el pelo rojo de pintura. Miraba con odio a los chicos, y estos contenían la risa. El directo fue el que comenzó;
__A ver, chicos… quisiera ser frontal con ustedes ¿Por qué ustedes siempre nos dieron trabajo? Sus compañeros nunca generaron problemas, su curso tiene una conducta intachable… ¿Y ustedes? Siempre haciendo cosas que no se deben hacer, siempre juntos dedicándose a hacer cosas incorrectas. Me gustaría desde ya, hablar con los padres de cada uno. Pero primero… lo primero. Quisiera preguntarles algo. Espero que sean sinceros. ¿Quién empezó con todo esto de tirar pintura?
Se callaron. Nadie pensaba delatar a nadie, todos habían empezado.
__Alumnos, por una cuestión de respeto hacia mí, y también a su profesora, quisiera que nos digan…
__¡¿Respeto dice usted?! __Chilló la profesora.__ Si no les enseñan nada en la casa, nadie les presta atención… son el grupito de los rezagados sociales. Siempre se salen con la suya. Pero por suerte, no esta vez… porque yo sé quién empezó, señor director. Sólo déjeme pensar __ La chiflada se regocijaba en su mentira, o no mentira, no sabían si los había visto. A quien la profesora primero vio tirando pintura era a Lucy. Aunque también la vio forcejeando a Rooney.
__Creo que tengo una idea, señorita __Dijo el director cansado __ Sugiero desde ya, que los chicos van a tener que confesar quién fue. Es la manera más simple de resolver las cosas y la más justa. Por una entrevista individual, si así lo prefiere.
Y así comenzó el interrogatorio. Primero los hombres, por supuesto.
George: Dijo que él estaba centrado en su pintura, le dijo que había soñado con ese paisaje y le gustaba mucho. ¿En cuanto a la guerra? Dijo que no había visto quién había tirado pintura primero, porque estaba muy concentrado recordando su sueño.
Trace: Simplemente dijo que no quería hacerles daño a sus amigos, y no iba a decir nada.
John: Confesó que se había peleado con Rooney por quién usaba primero la pintura. Pero lo demás, no sabía nada.
Luego las chicas.
Lucy: Le asustaban los interrogatorios, la ponían nerviosa. Por eso entró, y se puso a llorar como nunca. El director la calmó, le dio un vaso de agua y la hiso sentar en una silla.
Rooney: También le asustaban los interrogatorios, pero porque era muy cumplidora. Tenía miedo de que la sancionen, o peor, la expulsen. Dijo la misma versión que dijo John, o al menos, intentó concordar.
Cuando salió Rooney, la última interrogada, se sentó en el pasillo. Vio a sus amigos. Estaban abatidos, sentados mirando el suelo. John estaba parado. Trace abrazaba a Lucy, que con un vaso de agua en la mano, sollozaba de vez en cuando. Sus amigos de la infancia, que siempre parecían estar contentos, pase lo que pase parecían salido de otro cuento. Estaban sentenciados, condenados. Ella no podía dejar que pase eso. No, no podía. No los iba a condenar. Tenía que salvarlos. Ella había empezado todo esto, y ella lo iba a remediar. En un golpe de euforia, casi como un impulso, se paró de un salto y abrió las puertas de la dirección con todas sus fuerzas. Y con toda naturalidad, le dijo al director;
__Fui YO.
La profesora de plástica, el mismísimo director, y hasta sus amigos desde el pasillo, quedaron con la boca abierta.
En ese momento, John se levantó, y dijo detrás de Rooney;
__No, director, ella lo hace para encubrirme. Fui yo.
El director no hablaba. Estaba muy sorprendido como articular palabra.
__Ellos no fueron director, fui yo __Dijo Trace
Pero no hacía falta, ya que a los dos segundos, los cinco, estaban encima del escritorio del director confesando su culpabilidad.
__¡Basta! ¡Alumnos! ¡Quiero disciplina! __Gritaba el director golpeando, entre los barullos, su puño contra el escritorio.
Pero todos seguían gritando.
La profesora de arte salió en su defensa, gritando a todo pulmón:
__¡¡¡¡¡SILENCIO!!!!!
Los chicos hubieran jurado que ese
__Bueno, ahora, hacer, hacer Qué vamos a hacer, castigo, no qué hacer, cómo hacer, pintura, hacer, chicos, artes..
Creyeron que la profesora estaba enloqueciendo. El director se alarmó, y la interrumpió:
__Señora.. ¿Se encuentra bien?
__¡¡¡FUERA TODOS!!! ¡¡FUERA INMUNDOS, TODOS, AFUERA DE LA DIRECCIÓN, FUERA DE MI VISTA Y MI VIDA!!!
Salieron de la dirección encimados unos con otros, sin dejar de mirar a la mujer.
__Chicos __Les dijo el director una vez afuera__ Yo…
__¡¡CORRAN!! ¡¡CORRAN TODOS ANTES DE QUE LOS ASESINE!! __Chilló la profesora asomándose por la puerta. No terminó de decirlo que ya todos corrían por el pasillo. Ellos, y el director.
Estaban a más de 50 casilleros de distancia, y todavía se escuchaban los gritos de la profesora.
__Chicos, vallan inmediatamente a su aula, y avísenle a su profesora que tenemos una emergencia, y que vallan todos los maestros la cafetería. A esta hora deben tener historia, asique corran. Pero quiero que sepan que esto no va a terminar así, luego seguiremos hablando del tema, como corresponde.
Los chicos se quedaron ahí, estupefactos, observando como el director se retiraba corriendo. Muertos de la risa, fueron caminado lentamente, tratando de hablar sobre todo lo que había pasado. Llegaron al aula y todas las miradas estaban centradas en ellos. Es que no era algo habitual llegar al aula dos horas más tarde, transpirado, sucio de pintura y en el caso de las chicas, con los peinados hechos cualquier cosa. No repararon en ello y fueron directamente al escritorio de la profesora, contándole lo sucedido (amontonados, los cinco, como siempre). Esta fue corriendo a donde los chicos el habían indicado que era la reunión y les ordenó a los chicos, que inmediatamente se vallan a lavar y regresen al aula.
En el baño, comentaban;
__Esta vez, nos salvamos _Suspiró Rooney.
__Sí, todavía no entiendo como tenemos tanta suerte __Reía George.
__Esa profesora, sabía que estaba demente, siempre lo supe y apuesto que ustedes también, muy en el fondo__ Reprochaba entusiasmado John.
Ahí rieron todos, y siguieron hablando de los momentos vividos. Lucy no habló. Se la veía pensando en algo. De repente, los interrumpió diciendo:
__Estaba pensando… ¿Alguien vio a Rosi?
Nadie habló. Todos negaron con la cabeza.
__Vamos, yo ya terminé __Dijo George haciendo caso omiso a la pregunta formulada por su amiga.
__¿Vamos? __Le dijo Trace a Lucy tomándola de la muñeca.
__Adelántense ustedes… yo necesito ir al baño.
__Como quieras. Nos vemos __Le dijo sonriendo.

Fueron al aula, donde todo el curso hablaba eufórico sobre lo sucedido. Y por supuesto, apenas entraron al curso todos se les abalanzaron. En fin, la hora de historia terminó siendo una hora libre, como siempre que había una emergencia. Eso era lo bueno de las emergencias.
Lo que les llamó la atención, fue que Lucy no apareció. No se animaban a hablar, por miedo a entrar en otro problema. Pero nadie podía calmar a Trace, que estaba a punto de confesar. Suerte que dos horas después, Lucy apareció por la puerta y nada más ni nada menos que en la mitad de la hora de geometría.
__¿Señorita? ¿A dónde estaba? __Preguntó el profesor Smithenns, que se había quedado con la tiza apoyada en el pizarrón, dejando un cubo a medio trazar, y con un libro en la otra mano.
__Yo… fui en el descanso al baño y no me di cuenta que sonó el timbre. Perdón…
__Perdón nada. Su cuaderno. Ya.
Se lo dio y se abalanzó a su banco dando un suspiro.
El profesor, dejó el cuaderno en el escritorio, y cortando con su explicación dijo a los alumnos;
__Como bien saben, la geometría se piensa, se razona y se pone en práctica. Asique los invito a ponerla en práctica dándoles una tarea para el lunes. Tendrán que cumplir una consigna por grupos.
Ni bien lo dijo, los cinco (misteriosamente, Rosi todavía no había aparecido) ya se estaban agarrando de los brazos, mirándose los unos a otros, insinuándose que querían estar juntos.
El profesor se puso a contar a los alumnos.
__Algún grupo va a tener que integrar a nuestro nuevo compañero, William.
Habían olvidado al chico que había entrado a la escuela esa mañana. Mientras ellos estaban en su ‘inconveniente’ de artes.
__Y bien, ¿Quién integra a William?
Nadie dijo nada. El chico era de melena rojiza hasta la nuca. Y muchas, muchas pecas. Había cierta desilusión en su cara, pero miraba al piso.
__En el grupo que estén cinco personas, debe ir él. Los grupos eran de a seis ¿Qué grupo tiene cinco integrantes?
Todos sus compañeros los miraron.
__¿Ustedes son cinco?
__Sí, pero falta una alumna señor… __Dijo John
__No importa, no importa, se verá después. Valla señor Stelrock. Ha, ustedes no estaba cuando él llegó, ¿Cierto? El director ya nos contó a los maestros lo sucedido. Muy bien chicos, este es William Stelrock. Sean buenos con él
Volvió a su escritorio y dijo:
__Deberán demostrarme cómo la geometría afecta en su vida diaria. Pueden confeccionar láminas, presentaciones, o incluso traer a clase algo que sustente sus teorías. Tienen que hacer un informe y no me obliguen a tener que repetirles que se debe entregar el lunes, sin falta, y deben saberlo de memoria para comentármelo aquí, en mi clase. ¿Preguntas?
Ninguna mano se alzó.
__Bien. Ahora les doy unos minutos para guardar sus cosas, ya sonará la campana.
Todos empezaron a guardar y a charlar.
__ ¡Hey! __Le dijo Rooney a Lucy, tirándola del brazo mientras esta guardaba las carpetas en su bolso__ ¿Qué pasó que tardaste? ¿En el baño hay un agujero negro, acaso?
Trace, sentado delante de ellas, rió por lo bajo.
__Luego te llamo Ron. No quiero comentarlo precisamente.
Rooney abrió la boca para contestarle, pero tocó el timbre. Y todos salieron como una manada de lobos.
En ese momento, cuando todos salieron despedidos del aula tal manada de lobos, John encontró la lapicera de Rooney tirada por el suelo. La juntó. Se lo mencionaría más tarde, cuando hablaran por teléfono para organizar cómo harían el trabajo de geometría.






3
“Fort Rolland.”


Siempre, desde que tenían uso de razón, los seis eran los mejores amigos. Bueno, primero lo fueron Trace, Rooney, Lucy y John. Más tarde Rosalinda y George. Sus padres también se conocían. Y los de John y Rooney también. Es más, si no se hubiera conocido tan bien una familia a la otra, hubieran sospechado de un romance si precisamente su hijo/a habla por teléfono con alguien del sexo opuesto. Pero ellos ya eran como hermanos.
__Red Fockers Stupid, that’s what you should be ♫
__ John, basta.
__Cause I’m the revelation of the general pop!!!!!! ♫
__John, basta __Reía en el teléfono Rooney__ Tanto Gleens of Flavors hace mal __Le dijo refiriéndose al nuevo grupo de moda en Montreal.
__Mm no lo creo. Yo me siento vivo.
__Yo no dije que ibas a morir.
__Perdón, no te escuché. Estaba cantando.
__Sí, ya me di cuenta.__ Suspiró y agregó __Algún día, ya verás… vamos a escuchar los hits de amor de nuestro amigo George por la radio…
__Las canciones de George no son tan buenas como las de los Gleens.
__Bueno, basta. Hablemos del grupo, ¿Qué hay con ese chico nuevo?
__No lo sé. Es raro.
__Sí, aunque nosé, no lo conocemos todavía. ¿A dónde haremos el trabajo?
__En mi casa imposible. Mis padres están en Albania y mi hermano y yo no estamos siendo demasiado ‘acomodados’. Todo está tirado por cualquier parte.
__La mía tampoco. Mi abuela vino de visita, y está muy enferma. Bueno, ya sabes cómo es… su enfermedad.
La abuela de Rooney estaba chiflada. Los médicos no lograban identificar a falla, pero lo que sabían era que tenía arterioesclerosis múltiple. A menudo confundía a la gente que no conocía con “ladrones”, “pillos”, “malditos cobardes” o incluso “estafadores”. Sus amigos lo sabían muy bien e intentaban esquivar el tema.
__¿Y si le preguntamos a George?
__Me parece bien. ¿Lo llamas tú?
__Sí.
__Nos vemos.
__Hasta luego princesa.
__ ¿Princesa? __Rió Rooney.
__Sí ¿No te puedo llamar así?
__NO
__¿Cómo te tengo que llamar?
__Rooney.
__Bueno, nos vemos, Rooney.
__Chau.
Rooney colgó, y meneando la cabeza, se fue a su cuarto. Después de todo, a ella le gustaría algún día ser la “princesa” de John.

● ● ● ●
Al final, decidieron reunirse en la casa de George. Quedaba en la otra punta de la ciudad, pero era la única opción que tenían. Nadie podía ofrecer su casa. Y ahí estaban. A las 3:30 del sábado en la casa del chico. Era de un solo piso, estilo alpino, muy modesta y pequeña. Las paredes eran de madera y estaban llenas de adornos de su madre, y los estantes también.
__¿Quien falta? __Preguntó George luego de contar a los chicos.
__Nadie __Respondió John.
__Bueno… entonces empecemos __Dijo Rooney sacando sus cosas.
__Esperen… yo tengo una idea __Dijo Trace__ Para el proyecto… estaba pensando… ¿No hay ningún monumento, estatua o algo con forma de figuras? Tal vez eso sirva. Si lo vemos todos los días, eso sería geometría diaria.
Los chicos no podían decir nada. La idea era buena.
__Bueno, a una cuadra está el parque Fort Rolland. Ahí hay unas estatuas rectangulares. Dicen que es arte “moderna”. En mi opinión es basura. Pero si insisten…
__¿Están esas estatuas en el parque? __Dijo desconfiando Rooney.
__Sí, están. Yo fui y las vi. __Respondió William, el chico nuevo, que hasta ese momento estaba callado. Miró desafiando a Rooney. Se notaba que no le caía bien.
Ante semejante evidencia, ella se quedó callada.
__Bueno, vamos…
__¿Pero eso no queda muy lejos? __Dudó Lucy interrumpiendo a George.
__No, si hacemos una cuadra llegamos a la avenida Broadway al 43. Una cuadra más y…. estamos directo. __Le dijo John.
__Bueno, yo no le veo problema __Opinó Trace.
George tomó la llave de una mesita ratona ubicada a un costado de la puerta y la abrió. Y así, los cinco junto con William, salieron a la calle. Afuera corría una suave brisa otoñal. Comenzaron a caminar.
__¿Y William? ¿Te gusta la escuela? __Sacó tema John.
El rojizo contestó;
__Mmm… sí. Algo.
__¿Por qué te transferiste a la nuestra? __Preguntó Lucy sumándose.
__ Es que yo antes vivía en Washington, con mi padre… pero me vine a vivir aquí, con mi madre. Ellos están divorciados… desde hace años.
__Ha… ¿Y te parece lindo el curso? __Preguntó John.
William lo meditó un poco y respondió:
__Bueno… bastante… es decir, nunca tuve muchos amigos. En la otra escuela los chicos eran estúpidos y las chicas regaladas.
__¿Y las chicas de esta escuela como somos? __Se animó a preguntar Rooney.
William no respondió.
__Crucemos la avenida. Rápido, el semáforo apunta al rojo.
Corrieron por la senda peatonal, hicieron otra manzana y llegaron a destino. Al llegar, caminaron unos cien metros, a donde George decía que se encontraba esa escultura geométrica. El lugar era hermoso. Era un parque que parecía poseer una extensión horizontal infinita. Tenía todo un lago bordeándolo, y muchos árboles con las hojas secas. La orilla era de piedras y el agua de mar estaba muy calma, por eso parecía un lago. Parecía más un lienzo.
George y John iban delante de todo, hablando, discutiendo y riendo. Luego venían Lucy y Trace de la mano, y por último, Rooney y William.
__¿Asique eres de Washington?
__Así es.
__Debe ser muy feo que tus padres no se hablen.
__Bastante. Mi padre es un poco… distante conmigo. Prácticamente no me habla. Pero es bueno. Nos llevamos bien.
__¿Y qué hay de tu madre?...
__Ella… ella no puede cuidar de mí. Le quitaron la tutoría.
__¿Por qué? __Rooney estaba metiéndose mucho, y lo sabía. Pero la intriga pudo más que ella.
__Porque es alcohólica. __Respondió William. Rooney se quedó estupefacta. No lo podía creer. La respuesta había sido demasiado cortante. En momentos como esos, se sentía totalmente chiquita y egoísta. Ella preocupándose por cosas tan diminutas, como la tarea, los chicos y sus notas. Mientras allá afuera habían chicos como William, que no podían ver a su propia madre.
Lo miró. El tenía los ojos brillantes y le sonrió.
__William, yo…
__Dime Will.
__Esta bien, Will, yo… perdón si te ofendí en la casa de George… o empezamos con el pie izquierdo…
__Estás perdonada ___Le dijo sonriendo.
Rooney se ruborizó. Le devolvió la sonrisa, y luego miró para el suelo. Siguieron caminando, detrás de los otros. Ella pensando en nada, y él, pensando en lo linda que era.
Al fin llegaron al lugar que George les había indicado. Pero en vez de empezar a hacer el trabajo, se tiraron al pasto. Estaban cansados de caminar. La suave brisa del lago los despeinaba. El ruido del agua era música para los oídos. Era aire puro, que curaba el alma y hacía bien.
Y también hacía florecer el amor. Porque Will, acostado al lado de Rooney le sonrió. Ella le devolvió nuevamente el gesto. William le dijo:
__Dime como te sientes.
Se hizo una pausa. El ruido del agua contra las rocas, era lo único que se escuchaba.
__Cuando era pequeña, mi abuelo me traía. Bueno, nos traía. __Y ahí rió__ A mí y a mis hermanos. Pescábamos. Mi abuelo era un hombre sabio, siempre nos encargaba una tarea a cada uno. A mí me tocaba llevar la cesta con la merienda, preparada por mi abuela. Cumplía orgullosa mi deber… aunque claro, mi abuela estaba mejor en esa época… al menos sabía dónde estaba parada. Era una mujer llena de vida, un elixir. Era mi fuente inagotable de energía. Ahora… las cosas son distintas. Mi abuelo murió… y se llevó a mi hermano menor consigo. Ambos murieron en un accidente, un día que fueron a pescar a un lago de por la zona. Si tan solo recordara el nombre… recuerdo que no me dejaron ir, porque quedaba muy lejos. Mi hermano mayor tampoco pudo ir, tenía mucho que estudiar. Mi abuela después de eso, no volvió a ser la misma. Fue enloqueciendo poco a poco. Y…
Y ahí se detuvo. Esos recuerdos le trituraban la mente. Nunca había hablado con los chicos de eso. Era raro que se lo esté contando a alguien que no conocía. Era como si existiera una conexión entre ellos, algo subliminal, tan solo química. Y ahí estaba ella, hablándole con la confianza que sólo se le tiene a un mejor amigo, a un desconocido, a alguien que acababa de conocer en tan solo cinco minutos…
__Dime quien eres __Rooney se sacaba las lágrimas con la manga de su campera.
__Sólo sé quien quiero ser __Respondió William, sin quitarle los ojos de encima.
__Quién pretendes ser, entonces.
__Sólo conoce su futuro quien sigue sus sueños.
Y ahí no necesitó explicarle nada. Rooney entendía a la perfección.
__Quisiera ser alguien en mi vida __Le decía mientras lo acompañaba a su casa, luego de terminar el trabajo. __Por eso es que soy tan insoportable a veces. Quisiera ser más inteligente. Es mi sueño.
__Eso es presión. Te sientes culpable por la muerte de tu hermano, y triste a tu vez por la de tu abuelo. Crees que estás haciendo lo correcto. Quieres ser perfecta. Pero la perfección no existe. Quien la busca, jamás la encuentra. Eso no es humano.
__Me estás quitando mi ideal de vida.
__Sigue tus sueños, no te obligo a nada. Pero sólo te estoy advirtiendo, que tus sueños están vacíos. No hay nada que buscar en verdad.
Rooney no entendió.
__Dime, cada vez que ves a esos médicos por la tele ¿Los ves felices? Dan conferencias, reciben premios… ¿Pero… tú, en verdad los ves felices? No. Están vacíos. Sus sueños no existen. Eso no es lo que quieren en verdad. Lo hacen porque probablemente, sus padres también sean médicos. Y los padres de sus padres también. Y probablemente sus ancestros también. Y sería una aberración para la familia que un hijo no siga la tradición, ¿No crees? Además se vería muy beneficiado, por el hecho de que todos los hombres de familia hayan sido médicos, le gana la confianza de todos los pacientes y una puerta. Una puerta abierta al mundo de la medicina, pero no a la felicidad. Tal vez a uno de esos muchachos le habría gustado la música, o el arte. Pero claro, los artistas mueren de hambre. O al menos así son vistos en la sociedad. Los padres no confiaron en su hijo. Es que cuesta mucho creer en los sueños de otros, porque no estás sintiendo lo que ellos sienten. Eso es, precisamente lo que falta hoy en el mundo.
Se quedó callada. Cuando llegaron a su casa, se paro en el pórtico, y le dijo:
__Gracias.
__Siempre que me necesites __Le dijo sonriendo. Rooney se detuvo a mirarlo. Sus ojos verdes resaltaban en su cara llena de pecas. Repleta. Era muy lindo, el chico rojizo. Era su chico rojizo.
Se dio vuelta y se fue en su bici. Rooney lo miró hasta que desapareció.
__La gente es realista, opaca, no mira más allá de su propia burbuja. __Le decía otro día, en el que volvían de la escuela juntos. Sus casas quedaban muy cerca. Bueno, no tanto, pero a la misma altura.__ ¿Te acuerdas del ejemplo que te día el otro día? ¿El del médico? Bueno, eso falta en el mundo. Sueños. Gente con sueños. Hay muy pocos. Una vez tuve una amiga. No más grande que tú. Ella tenía un sueño. Pero todos la tiraban abajo. Le decían que estaba loca, que era imposible, que eso no le podía pasar. Sus padres le decían que era una fantasía y solo elegían a uno en millones. Pero su sentimiento era más fuerte.
__¿Quién era esa persona? __Le preguntó Rooney, luego de un rato.
__Nadie especial. Sólo quisiera que entiendas, que tú no tienes un sueño. Es un trauma.
__No te creo.
El rió y movió la cabeza lado a lado.
__Si fueras otra persona, me alejaría en silencio, muy molesto. Pero hay algo que me gusta, en tu testarudez.
__No eres la clase de chico con la que saldría.
__No soy la clase de chico correcta para nadie.
__Tampoco te creo. Todos tenemos nuestra media naranja.
__No creo en cursilerías amorosas.
__Yo tampoco, pero eso es verdad.
__Por supuesto que no. Esta vez, yo no te creo.
Y siguieron ahí, en una esquina, un día nublado, cuestionándose la vida. Parecía que no iba a tener fin.
__Veamos, asique. ¿Yo tengo que creer en la media naranja porque “eso si existe”?
__Sí.
__No lo voy a hacer.
__Es tu problema.
__Perfecto. No me persigo mucho.
__En el fondo sí.
__No me conoces tanto como crees.
__Tú eres el que no me conoce. __Le dijo Rooney casi gritando. Era increíble, pero William siempre mantenía su tono de voz. Era como si siempre estuviera manteniendo una agradable charla.
__Te conozco lo suficiente. Eres hermosamente testaruda.
Rooney ahí se quedó callada, por primera vez. No se esperaba eso. William se acercó y le dio un beso. Fue más como una caricia. Ese chico era tan especial… su piel era suave, sus ojos verdes. Su piel pálida, su cabello rojizo… y sus pecas. Agarraba a Rooney de la cintura, como si siempre lo hubieran hecho. Una vez que la soltó, la abrazó por los hombros, y empezó a caminar con ella.
__Nunca pensé que nuestras locas teorías acerca de la vida terminaran en esto __Dijo William, y Rooney se rió.
Caminaban sin rumbo, sin destino fijo. Como el primer día que se hablaron por primera vez, en Fort Rolland.

● ● ● ●
Otro día, mientras charlaban, Rooney notó algo malo en Will. Sus pupilas estaban más brillosas que de costumbre y evitaba mirarla a los ojos. Estaba algo desanimado, como cansado.
__¿Pasa algo? __Le preguntó luego de un rato.
__Mucho. __William no retiraba la vista del piso. Estaban sentados en la puerta de la casa de Rooney. A esa hora no había nadie. No les había dicho a sus padres que salía con William. Ni pensaba.
__Quiero saber que te está pasando.
__Yo también quisiera.
Rooney no entendió. El chico suspiró y mirándola a los ojos por primera vez, le dijo:
__¿Qué quieres sabes? Mi padre me odia. Trae novias todos los días, yo lo tolero, es su vida. Yo fui un error en este mundo ¿Entiendes? Mis padres se conocieron una noche, ebrios. Mi papá le sugirió a mi mamá que abortara. Mi madre es una loca, pero curiosamente, siempre me defendió a muerte. Sudo a la noche, tengo pesadillas. Cuando era pequeño soñaba con gente extirpada, degollada, muerta a cuchillazos. La mayoría de los niños sueña con monstruos. No tuve esa suerte. Hace poco, unos días, fui al médico, solo por curiosidad. Ya sabes, para quitarme la duda. Me dijo que me iban a hacer unos análisis. Unos días más tarde, abrió la puerta del consultorio, y apenas lo vi, supe que algo no andaba bien. Y me dijo lo peor. Ahora no creo en la vida. No existe la felicidad. __Hizo una pausa, seguida de un suspiro__ Tengo sida. No me mires así, no es mi culpa. Es heredado de mi mamá. Nadie va a pagar mi tratamiento.
Rooney estaba al borde del llanto. Esas cosas la conmovían. A pesar de que ella debería estar reconfortando a su amigo, él la estaba reconfortando. Le secaba las lágrimas. El mundo se destrozaba ante los ojos de ambos.
4
“Corridas y bajadas”


Y las cosas tampoco iban bien para Rooney. Sus amigos estaban enojados con ella, porque estaba todo el tiempo con William, y prácticamente los ignoraba. La notaban cambiada. Decían que la estaba transformando. John era el más molesto de todos. Estaba celoso de William. Decía que era un patán, un tonto, no servía para nada. Pero en el fondo, estaba molesto con Rooney. Odiaba que la relación de ambos, tan especial, se hubiera terminado. Ese día se enteró que “el patán” y Rooney andaban en algo. No lo soportó mas. En un descanso, se acercó a ambos, pero se dirigió a Rooney;
__¿Se puede saber qué te pasa? __Ese fue el hermoso saludo.
__¿Qué me pasa con qué?
__Con esto __Le dijo señalando a William__ Esto, es lo que me molesta.
__Esto tiene nombre. __Rooney se estaba molestando. William, no parecía ofendido, ni siquiera parecía que tuviera conciencia de lo que le estaban diciendo. Miraba hacia abajo, una cinta que tenía entre las manos. La retorcía, y luego la estiraba.
__Para mí no. Decime, ¿Estás tonta? __John estaba fuera de sí__ Estás abandonando a tus amigos de la infancia por un patán.
__No voy a tolerar que lo llames así.
__ ¿Y qué hacían? __El chico parecía no escuchar a nadie ni a nada. __ ¿Hablaban de lo tontos que somos? Por cómo estás últimamente, no se sabe.
__John, basta.
__Basta nada. Quiero escuchar al tonto de tu amiguito, al colorado que ahora parece que es tu íntimo __Rooney se paró para gritarle, pero John no parecía prestarle atención__ ¿Qué tiene para decirme, quien acaba de arruinar una amistad de seis años? ¡Seis años!
Llegaron Lucy y George, corriendo.
__¡John! __Gritó Lucy más agitada que de costumbre.
__¿De dónde salieron ustedes? __Rooney se sentía desconcertada.
__John está fuera de sí. Vinimos a sacarlo antes de que mate a alguien. John, vamos. __Trató de persuadirlo Trace agarrándolo por los hombros.
__No me voy a ir antes de escucharlo a él.
__John, por favor. Vamos __Lucy le tiraba del brazo, pero una rubia escuálida como ella, no tiene fuerza ni para levantar a un chico de contextura normal.
__¡Que me hable primero! ¡No me voy a ir sin antes escuchar a este estúpido! __Chillaba.
__Si es tan estúpido, no vale la pena. Vamos __George ahora también lo tomó del brazo, mientras le decía eso.
John no se movía, y no parecía querer irse. Nunca lo habían visto tan enojado. Rooney estaba a punto de llorar, y se aferraba a un poste. Ahora no tenía el brazo de Lucy. Sí que extrañaba a su amiga. Pero Lucy, quien pareció notarlo, fue a su lado a tenderle su mano. Rooney apoyó su cabeza en el hombro de su amiga. El nudo en la garganta se iba agrandando.
John esperaba la palabra de William. Y por fin la tuvo:
__Un silencio vale más que mil palabras de las que me puedas decir __William se había parado, y quedó a la altura de John__ Uno queda muy estúpido, dirigiendo violencias verbales. Yo no lo haría. Sé que en verdad no quieres molestarme.
__Lo único que sé es que te odio __Le gritó, golpeándolo en la cara, y tirándolo al piso.
¿Resultado? Revuelo. Igual; Oficina del director.
Rooney se mantuvo callada y seria, se quedó con Lucy. Ese día estuvieron juntas. William y John fueron a la dirección y permanecieron allí durante todo el día.
__Muy bien, ahora me vas a contar, ¿Qué estuvo pasando estas últimas semanas? __Le dijo Lucy a Rooney, quitándole el envoltorio a un alfajor, cuando se habían instalado en el patio de atrás, a la última hora.
Rooney le contó todo, con lujo de detalle. A medida que iba contando más, a Lucy se le abrían los ojos y la boca. Ese gesto, era muy típico de ella. Sus ojos parecían dos bolas celestes, y su boca formaba una O.
Lucy, por su parte, le confesó que John estaba muy enojado con ella y con William (¡Qué novedad!) y que no sabían nada de Rosi (Genial). Que por fin se animó a contarles a los chicos que había pasado en el baño. Era simple. Había visto a Rosi hablando con una gente rara, y esta la amenazó para que no diga nada. No importaba. Ya lo averiguarían más tarde.
__¿Y qué vas a hacer ahora, Ron?
__Le voy a decir a William que no quiero que salgamos más. Lo quiero mucho a John, es mi hermano y… no quiero más problemas con él. Ni con nadie.

Esa tarde, se fueron a la casa de Rooney. Lucy se quedaría a dormir. Comieron, vieron su telenovela favorita de la siesta. Luego subieron a la pieza, para hacer los deberes y se cruzaron con el hermano mayor de Rooney, Lucas.
__Me voy, ¿Ustedes van a salir?
__No. Vamos a hacer la tarea.
__Huy, que estudiosas __Dijo, y siguió caminando, no sin antes revolverles el pelo a ambas. No hicieron nada. Ya estaban acostumbradas a Lucas, el animoso basquetbolista.
Apenas se sentaron, dispuestas a realizar química, sonó el teléfono.
__Hola __Dijo desganada Rooney. Estaba podrida del típico saludito del teléfono.
__Hola, Ron. ¿Cómo estás?
Era William. Rooney le hizo animosas señas a Lucy, quien tirando la silla, se le pegó al teléfono.
__Ha, hola William __El tono de Rooney había cambiado completamente __Bien, muy bien.
__ ¿Quieres salir o algo? Acabo de reparar mi bici y puedo ir por ti.
__Me encantaría.
William rió.
__Voy para allá.
Apenas colgaron, Rooney y Lucy gritaron abrazadas. No sabían por qué. La euforia se había apoderado de ellas. De pronto se miraron al espejo. Rooney estaba hecha cualquier cosa. Entonces, desesperada, junto con la ayuda de Lucy, se arregló lo mejor que pudo. Se hizo una trenza, y se puso una remera linda, con unos shorts.
Lucy la miró, una vez que su amiga estaba lista, arqueando las cejas. Algo no andaba bien. Y ahí se dio cuenta. Las zapatillas. Sus viejas All Star. Estaban hechas pedazos. Casi como un acto reflejo, le dio las suyas. Siempre calzaron lo mismo, desde que eran chiquitas. El problema era la diferencia de gustos. Las zapatillas de Rooney eran negras, rojas o incluso verde oscuro. Las de Lucy eran rosa, violetitas, blancas o con flores. Siempre se las regalaba su papá, y a Lucy le gustaban mucho. Lo que sí, odiaba los regalos de su madrastra. Si no eran tacos, eran converse doradas, plateadas o con diamantes. Esas sí que quedaban archivadas en su cajón, y no las usaba nunca. Pero bueno, no entremos en detalles. Las zapatillas de Lucy, eran muy simples ese día (por suerte) ya que eran las clásicas rosadas, que quedaron muy bien con la remera de Rooney.
En ese momento sonó el timbre.
__Nos vemos __Le dijo Lucy, con una mirada cómplice.
Rooney, salió del cuarto y bajó las escaleras, volando. Cada escalón, era una mariposa más en el estómago. Se sentía una princesa. Abrió la puerta, y se encontró con el “príncipe” en su carrosa.
__Hola. __El saludo de William la bajó a tierra.
__Hola Will__ Rooney reaccionó, y se puso colorada __ ¿A dónde vamos?
__A donde quieras __Le dijo riendo, mientras se acercaba. La agarró de la cintura y le dio un beso.
Se fueron, caminando por las sinuosas calles de la concurrida ciudad, como si fueran propietarios exclusivos de las mismas. Llegaron a un callejón sin salida.
__Atrapados __Soltó William, y Rooney rió.
Se sentaron. El piso era frío. Las paredes estaban llenas de grafitis, y había cubos de basura. Algún gato negro pasaba por ahí, de vez en cuando. Un viejo estéreo de las casas de al lado, todavía largaba algunas estrofas de “Angie”, de Rolling Stones.
Miraban el vacío. Rooney lo miró a William y le sonrió.
Este le devolvió el gesto. Tantas cosas veía en esa sonrisa… en esos ojos. Le parecía que la había visto siempre. Pensaba a menudo en Rooney. En lo hermosa que era. No era la típica chica modelo. Era tan natural, fresca, tan ella. Pero… ¿Dónde había estado toda su vida?
Rooney sentía lo mismo, se sentía rara. Se había encariñado mucho con William en los últimos tiempos. Necesitaba tanto de cariño… creían que él era el único que la podía compensar. Will pareció leerle los pensamientos, porque cruzó su brazo en los hombros de ella, y la besó. Pero de pronto, Rooney lo detuvo: se acordó de John.
__¿Qué pasa?
__Es que, quería hablar.
__Habla, entonces __William no parecía molesto, al contrario. Siempre estaba de esa forma. Esa era una cualidad que muy pocas personas tenían.
__Lo que pasa es que me preocupa John. Tienes idea de cuánto nos conocemos ¿No? Desde chiquitos. Pero sucede que… me estoy distanciado de él. Bueno, de él y de todos mis mejores amigos.
__Estuviste hablando con Lucy. ¿No? __La interrumpió William.
__No… sí.
__Lo sabía __Dijo mirando hacia abajo. Siempre lo hacía cuando estaba triste __No tenías que decirle a ella. Podrías haber venido a decirme a mí.
__Es lo que estoy haciendo __Le espetó Rooney__ Lo que quiero decir, es que odio ver a John triste. Y está sufriendo mucho. Es como un hermano mío. Y tengo miedo que salga herido. Las peleas que tiene contigo… no le van a hacer nada bien.
__Es un hombre. No una florecita.
__Ya sé, pero… ¿Qué paso en la dirección?
__El director “nos llamó a la reflexión”.
Rooney rió. Le resultaban muy graciosas las burlas que confería William al sistema educativo.
__No se qué te da risa. Es una porquería, y siempre intentan buscar culpables. Quién crees que fue el culpable esta vez…
__¿Tú?...
__Negativo. Fue John.
Rooney le miró el brazo a William. De pronto descubrió que… y no lo pudo creer. Agarrándole la muñeca, le dijo:
__¿Qué es esto?
Es que en la pálida piel del chico, se veían tres rojizas marcas. Moretones. William quiso evadirlo, pero Rooney tenía más fuerza.
__Estás débil… __Le dijo preocupada.
William perdía fuerzas. Sida. La sola mención de esa palabra provocaba estragos en la mente de ambos. Rooney estaba aterrada. Pero no era la única. Porque William, aunque no lo pareciera, estaba asustado. La chica quiso cambiar de tema, pero no se le ocurrió nada. Pero para su suerte, fue William el que varió:
__ ¿A qué querías llegar con todo esto?
__A que… __Le costaba decirlo__ A que, va a ser mejor que nos demos un tiempo.
William se quedó en silencio.
__Esta bien para mí. Pero recuerda esto: estás haciendo esto para no herir a John. Pero hieres a otros.
Y así Rooney pudo contemplar como el chico al irse, cuando le dirigía una sonrisa, dejaba ver una lágrima. Se quedó sola, odiándose a sí misma.
● ● ● ●
El día siguiente, no fue muy lindo. Fue un asco, en resumidas cuentas. Rooney no le podía ver la cara a John. Ni a William. Había entrado a la escuela con Lucy, porque esta se había quedado a dormir, pero así como entró, quería salir corriendo. En fin, estuvo todo el día en compañía de Lucy, aunque también estuvo un poco con Trace y George, cuando ninguno de ellos iban con John.
Era la última hora. Tenían historia. Luego, almorzaban en la institución y posteriormente recibían lecciones de gimnasia. Estaban escuchando al profesor Tosh (un hombre de setenta años, ex militar, robusto y muy exigente) hablar sobre muchas palabras sueltas, porque nadie entendía. “Masacre, Revolución, Demanda, Deuda…” resonaban en la cabeza de Trace mientras se dormía sobre los manuscritos. De repente, le cayó un papel. Miró a su alrededor, y comprobó que era de Lucy, quien le hacía señas desde la otra punta del salón. Lo abrió y decía; “Tenemos que hacer algo. Estamos muy separados. Rosi desapareció. Rooney no habla más con el colorado, pero aún así sigue distanciada de John. No me respondas, de seguro te descubren. Besos y abrazos. Lucy.”
Horas más tarde, luego de almorzar, todos tenían nauseas (el especial del día era pasta). La clase fue, como la mañana, solo que el doble. Primero, corrieron por el estadio. Luego empezaron a hacer lo peor.
__¿Te enteraste de lo del baile anual? __Le preguntó Lucy a Rooney, aprovechando que estaban enfrentadas haciendo flexiones.
__No.
__Va a ser el sábado, no este, si no el siguiente.
__¿Y qué hay con eso?
__¡Rooney! Debemos buscar una pareja. ¿Tienes la tuya?
En ese momento, se pararon y continuaron haciendo estiramientos.
__No sé con quién voy a ir. No sé si voy a ir __Confesó Rooney, casi sin aliento.
Y era verdad. No era para evadir a Lucy. Volteó para observar a William. Estaba parado, prestando atención a las indicaciones del entrenador, un tanto alejado de los demás chicos. Luego reparó en John, en la otra punta. No soportaba que estén peleados… tenía que arreglar las cosas…
__¡SOGA! __Fue el grito del entrenador que la despertó. Sus compañeros festejaban y vitoreaban, ya que este era el desafío preferido de todos. Se ataba una soga gruesa y larga al techo en donde había una campana. Uno debía trepar la soga hasta el final, y al terminar, tocar la campana. Parecía fácil, pero no lo era si uno considera que el techo estaba a unos 10 metros del piso. Este desafío, era el peor, aunque muchos lo ocultaran. Si uno no iba hasta el final era el “perdedor”. No era popular, ni atlético.
La profesora, en medio de los festejos, extendió la colchoneta debajo de la soga, con la ayuda del entrenador. Esta colchoneta tenía al menos un metro de grosor. Y así, fueron trepando, uno a uno, mientras el entrenador tomaba notas. A todos sus compañeros, les resultaba muy fácil. Por parte de los chicos, George, John y Trace eran excelentes y a Lucy le costaba bastante. Rooney no lo hacía tan mal como Lucy, pero no tan bien como los chicos. En ese momento, la vieron a Rosi, en dos segundos, subiendo y bajando la soga (cosa que ya era habitual). Les sorprendió verla; a la mañana no había estado. Apenas los vio, se escondió entre los otros.
William no lucía nada bien. Estaba muy pálido, más pálido que de costumbre y muy frío. Cuando al fin llegó su turno, temblando, se paró en frente de la soga y la miró de arriba abajo. Lo miró al entrenador, y a sus compañeros. A Rooney le dio un poco de pena verlo así… confundido. Sabían que un enfermo de VIH no estaba en condiciones para subir una soga. Ni siquiera para levantar a un perro de tamaño normal. No lo aguantaría. Como se tardaba, sus compañeros lo empezaron a abuchear. Todos menos Rooney, que les gritaba que paren. Y… al final, William tomó la soga. Sus compañeros lo abucheaban más fuerte. El entrenador le decía que suba, o lo reprobaría. Comenzó a treparla, y Rooney le gritó que parara. Estaba haciendo un esfuerzo muy grande, su cuerpo no lo aguantaría. Los chicos miraban preocupados y también empezaron a ayudar a Rooney, pidiéndoles a los demás que se callaran. Pero nadie les prestaba atención. William parecía exhausto y cayó al piso. Todos corrieron en su ayuda.
Sus compañeros, cambiaron el abucheo por el cuchicheo. Habían formado rondas mientras los profesores auxiliaban a Will. Rooney estaba muy preocupada, aunque no lo demostrara.
__ ¡RON! __Le gritó Lucy sacudiéndola.
__ ¡¿Eh?! ¿Qué pasa? ¡No me hagas así!
__Es que te llamé cincuenta veces. __Lucy se detuvo cuando se dio cuenta que estaba observándolo a William __¿Qué nos está pasando?
__Nada. Tan solo me preocupa, es todo.
__Y aquí vamos devuelta __Dijo George poniendo en blanco los ojos.
__Eso es lo que nos está separando. William __Dijo John.
__ ¿Cómo dices? __Replicó Rooney indignada __¡Cómo puedes decir eso! Lo prejuzgas demasiado, John. Es un chico muy bueno.
__Muy bueno para tocarte __Respondió John, y George soltó una carcajada.
__Rooney, es que eso no es lo que queremos decirte __Dijo Trace con su espíritu comprensivo__ Lo que pasa es que no nos importa que te hagas nuevos amigos, puedes hacerte todos los que quieras. El problema es cuando te aíslas de nosotros. Nosé si es por ese chico, pero cuando estas con él te aíslas de todo y de todos.
Rooney se quedó pensando.
__Quisiera que estemos más juntos __Dijo después de un rato.
__Todos queremos eso.
__Hay que poner algo de cada uno. Prometamos que vamos a estar juntos __Dijo Lucy mirándolos.
__Prometido.
__Prometido.
__Prometido…
Se quedaron observándose los unos a los otros.
__Y bien.. ¿Ya está todo resuelto? __Preguntó Trace mirándolos a Rooney y a John.
__Sí…__Contestó Rooney cruzada de brazos, mirando resentida a John.
__Ejem….
__Bueno, esta bien. Perdón John, lo… siento.
John también tenía los brazos cruzados, pero miraba con cara altiva, orgullosa a Rooney.
__Aceptadas __Dijo sonriendo. La chica le devolvió el gesto.
Se abrazaron. Como un equipo. Como un grupo. Cuando adoptaban esas conductas infantiles, a menudo, les recordaban a cuando eran más pequeños. Tomaban los disfraces del rincón de juegos, y jugaban. Se divertían como nunca. Al finalizar una aventura, terminaban así, abrazados como ahora, riendo… Podían bloquear un momento, y transformarlo en un misterio. Cada día era un desafío. Y se dieron cuenta cuanto se habían extrañado.
● ● ● ●
El estado de William empeoraba cada vez más. Casi no hablaba. Se sentaba solo y siempre se lo veía con dolor de cabeza. Estaba muy frágil y tan pálido como siempre. Aunque él quisiera ocultarlo, los síntomas de su enfermedad eran inminentes. Lo único que permanecía era su sonrisa. Que ya no era tan amplia.
Rooney ya no habló más con él. Estaba con sus amigos, salían juntos a bailar. Vivía como una adolescente normal, hablaba por teléfono. Tenía citas con John. Sus padres la veían más animosa, y ya no estaba preocupados por ella.
Ese día, era un jueves, a las siete de la tarde. Era verano en Montreal, pero el sol ya se había puesto. Estaba revisando su casilla de correo por su notebook, en el living de su casa. Al lado de ella, se había ubicado Hummble, su viejo perro raza basset hound. Estaba cómodamente instalada, hasta que su mamá le pidió que fuera hasta el almacén. La encargada de cocinar, Noni, no estaba disponible ese día. Asique su mamá se tenía que resignar a la desagradable tarea de preparar una cena…
Rooney se calzó sus zapatillas, se cambió el pantalón y bajó dispuesta a conformar a su progenitora. La calle estaba silenciosa. No hacía frío.
Llegar hasta el almacén era una hazaña. Y no precisamente porque quedara lejos. Era en una esquina peligrosa.
Estaba en la segunda cuadra… y ahí lo vio. Tan reluciente, fresco y joven como siempre… William. Venía caminando solo, con las manos en su campera, mirando sus pies. Lentamente, como si nada estuviera funcionando realmente…
Rooney le pasó por al lado. Creyó que no la había reconocido, y triste, siguió caminando. Pero para su sorpresa, William la tomó del brazo justo cuando estaba pasando al lado de ella.
__Hola __Le dijo.
__Hola __Contestó Rooney.
Se quedaron en silencio.
__¿Te acompaño?
__Me encantaría __Asintió la chica.
Caminaron solos, en silencio. Ahora sí empezaba a hacer frío. La acera estaba mojada y resbalosa. Decidieron ir por la calle.
__¿Como estás? __Preguntó ella, por decir algo.
William río por la bajo, meneando la cabeza.
__No puedo creer que me lo preguntes.
Rooney no esperó respuesta. Sólo esperó un momento y le dijo.
__Podrías hacerte nuevos amigos algún día.
__No necesito a la gente. No me queda mucho por hacer en este mundo.
__No digas estupideces.
__No me mal interpretes. Creo que tal vez viva por un tiempo más. Creo __Mientras más hablaba William, Rooney lo miraba más con cara de indignación. El chico parecía no tomarse muy enserio las cosas __Mi mamá me va a acompañar a un doctor de la ciudad. Es alguien que conoce.
__Eso es bueno __Le dijo Rooney sonriendo.
__No creo que sea necesario __La miró a los ojos__ Voy a morir Rooney, lo sé. Lo siento.
__William, no digas…
Rooney por fin lo miró. Esos ojos no le mentían.
__No es cierto __Le dijo con lágrimas en los ojos. Nadie le contestó__ Por favor William, dime que no es cierto…. Estás exagerando… William…. __Rooney no lo podía creer y William la tomó por los brazos__ ¡William, por favor! ¡Dime que mientes!....
La abrazó. Hacía mucho tiempo que no se abrazaban. Rooney se sintió transportada a otro mundo. Era uno de esos abrazos sinceros, esos que hacen falta. Estuvieron así por un tiempo muy largo. Tan largo que olvidaron que se encontraban de noche, en una zona peligrosa. Por fin se separaron. En ese momento, Rooney pudo observar como un se les acercó un sujeto raro. Venía con las cejas arqueadas, un gorro de lana negro, y escondiendo algo detrás.
__Lo quiero todo __Les dijo.
Rooney creyó que llegaba su fin. Su corazón latía rapidísimo y comenzó a rezar todas las oraciones que la habían enseñado en el catequismo mientras pedía a Dios no morir.
__No tenemos nada __Contestó William.
No alcanzó a terminar la frase, porque un fusil cortó sus palabras. Un fusil que cortó sus palabras y su espalda en dos.
5
“¿Cuál es tu peor miedo?”


Algunos le temen al odio, otros a la ira. Otros le temen a los fantasmas, monstruos y mitos. Incluso varios afirman no temerle a nada. Pero hay un miedo que es seguro e irreprochable; la muerte. Es que es natural asustarse, y más de lo desconocido. Pero para Rooney la muerte no era algo desconocido. Era muy cercana a ella.
William no volvió a sonreír. Ni ese día, ni el siguiente, ni el que vino. Ni un ruido, ni siquiera una sombra pudo volver a reflejarse en el jamás. Un adiós no brotaba en el corazón de nadie. Todos sentían culpa. Rooney sentía más culpa que todos. Si el sida no había acabado con él, fue el disparo del asaltante la gota que rebalsó el vaso. El día de su funeral, solo fue una reducida cantidad de personas. En el diario local, curiosamente, nadie prestó atención al pequeño recuadro que anunciaba el asesinato de un adolescente.
Entró a la sala de velatorios, sintiendo que su mundo se caía poco a poco. Abrió las puertas y siguió por el pasillo. Se encontró con un huésped muy conocido y odiado. Y no entendía porque siempre lo tenía que recibir ella. La muerte nunca le pedía permiso para entrar.
Se acercó al cajón. No había palabras para describir a su amigo en ese momento. Estaba tan solo… muerto. Sin vida. Dormido, hipnotizado por el perfume de unas pocas rosas que alguien había puesto a su lado. No volvería a abrazarlo. No volvería a escucharlo. Las lágrimas empezaron a rodar en sus mejillas. Era… horrible. Sintió el impulso de irse, y fue retrocediendo, hasta que cayó en un asiento. Había una anciana a su lado.
__Hola __Le dijo la mujer.
__Hola __Le dijo Rooney mientras se secaba las lágrimas con el puño de su campera __No quisiera ser descortés, pero ¿Quién es usted?
La mujer le sonrió y señaló a William;
__Es mi nieto __Le dijo.
__Lo siento mucho. __Respondió llorosa.
__Lo siento más. No sé que voy a hacer ahora. Él era el único que me llamaba de vez en cuando __Le dijo la mujer mientras se pasaba un pañuelo blanco por la cara.
__¿Y qué hay de su hija?
__¿Mi hija? __Rió la señora ___Nunca me habla. Se escapó de casa a los 17. Me enteré que tenía un nieto dos años después de que nació. Mi hija tuvo… problemas con muchas cosas. El alcohol, las drogas. Y los sigue teniendo __La mujer hizo una pausa para sollozar __Mi nieto no se merecía todo esto… él era tan distinto… si tan solo pudiera haber hecho algo por él… tendría que haberlo llevado conmigo…
__Lo siento mucho. __Repitió Rooney.
__Lo siento más por ti. ¿Eres Rooney, verdad? Vi una foto tuya en su pieza hace unos meses, cuando fui a visitarlo. Volé desde Alabama hasta Nueva York, sólo para verlo __Rooney recordó. Hace unos meses estaban juntos__ Le pregunté quién era, y me dijo que era su novia. Te quería mucho __Le dijo frotándole la rodilla.
__Yo también.
Unos momentos después, llegó Lucy. Más tarde Trace y George. Abrazaban a Rooney y la reconfortaban. No paraba de llorar. No era justo que todo eso le pasara a William. El corazón de Rooney se paró cuando entró su madre. Sintió el impulso de matarla, ir corriendo y darle un disparo como había hecho el delincuente con Will. Pero no hizo nada. Se quedó mirándola conteniendo una cara de asco y un odio que se acrecentaba cada vez más.
__Sé que la odias. Pero eso no va a solucionar las cosas __Le dijo Trace al oído. Rooney lo abrazó.
La mujer era joven y atractiva. Sus ojos eran verdes y grandes. Su pelo casi rojo. Estaba flaquísima y todo su cuerpo estaba cubierto de pecas. Se acercó a su hijo y le dejó una amapola.
__Sus favoritas __Le dijo a la mujer anciana, cuando se acercó a ella.
Después de unas horas, Rooney se fue a su casa. No quería quedarse a ver lo demás. Esa noche, no se podía dormir. Lloraba y pensaba. Pensaba y volvía a llorar. Estaba tan mal, que su padre le sugirió que no fuera a la escuela el día siguiente.
Rooney no durmió por semanas. Tenía insomnio. Sus notas bajaron. Ya no era la alumna del diez, con buen humor y ganas de trabajar. Hacía las cosas como un robot a cuerdas, y en los ratos libres, lloraba.
Un día, no lo soportó más. Llegó a su casa, y se tiró a la cama, a llorar. La tristeza era el único sentimiento que tenía desde que perdió a William. Lo veía en todas partes. Pensaba en él siempre. Entonces no lo aguantó más. Sacó las tijeras de su cajón y se cortó su largo pelo hasta los hombros. Lo tiñó de negro. No le importaba verse bonita, sólo quería verse fuerte. Agarró un cuaderno y empezó a escribir todos los momentos que había pasado con William. Se durmió abrazada al cuaderno. Y soñó.
No fueron imágenes las que aparecieron en el sueño de Rooney. Sino una voz. Una vez que le traía una ola de recuerdos pelirrojos y risas que le decía; “No me necesitas. No quiero otra cosa si no verte feliz… por favor, déjame partir… por favor”.
Se despertó. Miró su reloj. Se había dormido a las tres de la tarde y eran las cuatro de la mañana. Casi un día dormida. Se calzó sus pantuflas, y se despertó de un salto. Empezó a preparar un desayuno. No sabía por qué, pero por primera vez desde que no tenía más a William no se despertaba llorando.
Empezó a pensar en muchas cosas. Mientras comía pensaba en su sueño, intentaba recordar más cosas pero no lo conseguía. Entonces comprendió; Era él. Él que le pedía que lo dejara descansar en paz.
Esa fue una decisión rapidísima, pero muy fuerte para Rooney. Por primera vez desde que no estaba William, se vio en el espejo, y se empezó a probar distintos peinados. Por primera vez desde que no estaba William saludó a su papá, a su mamá y a su hermano con un beso. Por primera vez desde que no estaba William buscó un lindo bolso donde guardar sus cosas. Por primera vez desde que no estaba William, caminó alegre hacia la parada del autobús. Por primera vez desde que no estaba William estaba viviendo.
Ese día, llegó a la escuela y trató bien a todos. Habló con todos sus amigos, se rió, comió e incluso hizo alguno que otro chiste. Sus compañeros la veían más hermosa que de costumbre, y es más, John la invitó a salir.
Fue un sueño de un solo día, un mensaje divino. Iba a seguir añorando a su amigo en el fondo. Pero que William se halla muerto no quería decir que ella también lo esté. Y para no estar muerta tenía que vivir.

● ● ● ●
Esa noche era el baile anual. Se cambió, se bañó, y se maquilló. Se vistió con el hermoso y elegante vestido violeta que su madre le había comprado. Quería estar linda para John.
La pasó a buscar a las ocho en punto.
__¿Y tus padres? __Le preguntó John en el pórtico de la casa de la chica.
__Están en un torneo de golf __Respondió Rooney__ Estás lindo.
__Estás hermosa. __Replicó sonriendo.
Y salieron de la mano.
● ● ● ●
Las cosas para Lucy no iban de lo mejor. Y todo sucedió cuando volvió de tenis por la tarde. Se bañó y bajó a cenar con su padre y Claudia (su madrastra). Mientras las mucamas servían la comida, se notaba que algo no andaba bien. Su padre quería decirle algo, pero no sabía cómo.
__Hija mía, ¿Cómo va todo?
__Bien.
__¿Y tus amigos?
__Bien.
__Hace mucho que no veo a Rooney por aquí.
__Está ocupada. __Dijo molesta Lucy. Su papá ni siquiera se daba cuenta que ella iba siempre a la casa de Rooney.
__ ¿Y tus otros amigos?
__Bueno… Trace está….
__Ese chico, ese chico no me agrada. No deberías estar cerca de él. __Le dijo su padre moviendo el tenedor de un lado a otro.
__Es mi amigo.
__Sólo te digo lo que veo, mi linda. Parece de poca educación…
__ ¡¿Qué acabas de decir?! __Lucy se estaba poniendo roja de ira.
Su padre nunca hablaba con Lucy, pero aún así supo que la expresión en su cara no era nada buena. Como atrás de la charla venía una petición, decidió cambiar de tema;
__Bueno, vayamos al grano. Claudia y yo te queríamos decir algo.
Lucy resopló. Algo se venía.
__Como sabrás, tanto trabajo me está estresando. Siempre quise darme un respiro y creo que ahora que las cosas están un poco más calmas en la ciudad me lo voy a permitir. Bueno… nos los vamos a permitir...
__¿A qué te refieres?
__¡Nos vamos a Egipto! __Soltó Claudia. La rubia (artificial) era la peor pesadilla de Lucy. Estaba llena de cirugías, usaba ropa cara y con brillos y siempre tenía esos mini perritos que no se sabe para qué rayos los tienen.
__¡¿¿¿¿¿¿¿Qué???????!
Su padre tragó saliva. Odiaba cuando su hija se ponía así. Después de todo a él le gustaba la idea, y no iba a desperdiciar esa oportunidad de descansar.
__Es para tener más tiempo libre. En familia.
__¿A qué familia te refieres? Yo no veo ninguna aquí.
__Lucille, por favor…
__Por favor nada, padre. Estoy cansada.
__Qué dramática. Son tan solo siete días __Le espetó Claudia mientras limaba sus uñas.
__Lucille….
__No padre.
Su papá se cansó.
__¡Basta! Una de las mucamas te ayudará a hacer tus bolsos. Mañana mismo partimos ¡Y no quiero oír ni una palabra más!
Lucy se levantó con furia de la mesa. Subió las enormes escaleras caracol y se encerró en su cuarto. Comenzó a llorar y llamó a Rooney. No estaba en su casa. Llamó a Trace.
__¿Hola?
__Trace, voy a morir __Le dijo llorando __No voy a verlos más, y me voy a morir….
__¿Lucy? ¿Pasó algo? ¿Te sentís bien? ¿Hay alguien ahí? __Trace estaba cada vez más preocupado.
__No, me voy a ir para siempre…
__Ya voy para tu casa. No hagas nada.
Y a los diez minutos, Lucy bajó a recibir a su amigo, que venía en su skate. Lo abrazó.
__¿Qué pasa?...
__Me voy a ir a vivir a Egipto…
__¿Qué???? ¿¡Pero es definitivo!?
__No, es por siete días…
__Ha… entonces no es tanto __Trace suspiró. Se esperaba algo peor.
__Sí, pero me voy a tener que aguantar a Paris Hilton dos, todo el viaje __Así apodaron a la madrastra de Lucy. Era una réplica de Paris Hilton con cuarenta años encima.
Trace rió.
__Lu, no es tanto. Son solo veinte días. En los que te voy a extrañar como nunca…
Lucy sonrió. Amaba estar con Trace cuando se ponía romántico. Era cosa que no pasaba casi nunca, en los últimos tiempos, porque hacía mucho que no estaban juntos a solas. De hecho, Lucy empezaba a añorar esos momentos privados con Trace…
Se dieron un beso largo.
__Hasta mañana.
__Nos vemos __Le dijo Lucy cerrando la puerta.
Fue hasta el living. Su padre estaba leyendo el periódico, y a su lado estaba Claudia, hablándole a su perrito.
Se acercó a su padre, y le dijo al oído.
__Sabes, aunque no te agrade Trace, tengo buenas nuevas para ti. Es mi novio.
Y se fue riendo a viva voz a su cuarto, dejando a su padre y a Claudia con la boca abierta, quienes comenzaban a creer que definitivamente, la niña estaba comenzando a perder la cabeza.
● ● ● ●

Al día siguiente, que era sábado, Lucy invitó a todos los chicos a su casa. Estaban decididos a algo: antes de que Lucy se fuera, tenían que resolver un misterio. Y ese misterio era el de Rosi, que parecía involucrarse en cosas raras. Pero para eso, necesitaban saber qué había presenciado Lucy desde el baño, ese día. Después de todo, nunca les había contado que fue lo que de verdad había pasado ese día, y había sido hace tres meses.
__Bueno, les cuento. A Ron le había contado algo, pero en fin, creo que es tiempo de contar la historia entera. Cuando me quedé en el baño, entré a la cabina, y sentí venía alguien. Ese alguien era Rosi, hablando con un sujeto extraño. Hablaban del impacto, el día, y nombres claves como “Líder 3” “Rapiña de ocho” y otros. Salí del baño, y apenas me vieron me amenazaron. Que no dijera nada, o iban a matarme a mí y a mi padre. Más no recuerdo, asique…
Se quedaron en silencio.
__Raro __Intuyó George.
__Lo que más me llama la atención es que te haya amenazado __Pensaba en voz alta Trace __Lu, estás segura de que era ella…
__Segurísima.
__Confirmado __Soltó John golpeando en un ataque de euforia la mesa__ Es narcotraficante.
__Pero.. ¿¡¿Qué estás diciendo?!? __Le espetó Rooney __Vamos chicos, es Rosi… puede estar metida en algo raro, pero la conocemos…
__Piensa, Ron, jamás la integramos. Siempre nos persiguió y nunca le dimos bolilla. Puede que nos tenga bronca por algo…
__Eso es ridículo, Lucy __Continuaba Rooney __No creo, bajo ninguna circunstancia, que eso pueda ser verdad…
__Bueno, basta __Se hartó George__ Lo que tenemos que hacer es buscar una solución al problema. Hay que averiguar en qué anda metida Rosi. ¿Pero cómo?
__Yo digo que vallamos y le preguntemos de frente, personalmente __Dijo Trace.
__¿¡¡¡¡¡Qué!!!!!? ¡Estás loco! __Lucy y Rooney no estaban de acuerdo.
__No le veo el problema __Trace estaba tan relajado como siempre.
__Apoyo a mi pequeño amigo rastafari __Dijo John con aires poéticos___ Que como siempre, tiene la razón ante las necias mentes cerradas…
__Ni loca le digo yo __Replicó Lucy indignada, volteando para encontrar algo de apoyo en su amiga. Pero Rooney estaba cambiando de opinión.
__Tal vez tenga razón, Lucy __Dijo la chica pensativa __Piénsalo: mencióname una vez que alguna de nuestras investigaciones haya funcionado. Tan solo una. Deberíamos dejar de buscar la verdad por otros medios, y enfrentarla de una vez por todas.
__Muy bien, tal vez sí. Pero volvemos a lo mismo… ¿Quién le pregunta?
En ese momento se abrió la puerta y entró el mayordomo.
__Miss Lucille, su padre quiere hablar con usted ahora mismo.
__¿Ahora? Pero justo ahora estábamos…
__Es urgente.
__Bueno, ahí va.
Lucy se paró y les dijo a sus amigos:
__Sigan hablando. Yo ya vuelvo.
__Pero Lu, es ahora o nunca.
__Háganlo sin mí. Parece que soy una molestia.
Cerró de un portazo, y cuando se fue se quedaron en silencio.
__¿Alguien tiene idea de qué le pasa? __Preguntó John mirando a los chicos.
Los chicos voltearon hacia Trace, que se hallaba en la otra punta de la habitación.
__Está un poco cansada. Eso es todo.
Trace miraba fijo la ventana que daba al jardín de Lucy, como si allí llegara a encontrar respuestas a todos los interrogantes que infestaban su cabeza. La verdad es que ni él sabía por qué Lucy era así. Pero suponía que era por muchas cosas; porque se tenía que ir por veinte días, porque no tenía a su mamá, porque su papá estaba todo el día con Claudia…. Todo eso generaba rabia en Lu. Y como no tenía en quien descargarla, a veces, ellos debían lidiar con la bronca de su amiga.
Ese día, se fue pensativo a su casa. Bueno, todos se fueron porque Lucy pasó mucho tiempo dentro del despacho de su padre, tanto, que el mayordomo les sugirió que se fueran. Le hicieron caso, ya que la verdad no tenían ningún interés en quedarse allí. La tarde había sido un fracaso.
Ese fue el último día que vieron a Lucy.
6
“Almas en pena.”


La semana entrante, fue verdaderamente aburrida. Necesitaban mucho a Lucy (aunque ninguno lo admitiera) y ahora que no estaba, se daban cuenta de cuánto la querían. Lu nunca resaltaba del montón, era tan solo una más. Sin embargo, su presencia era necesaria.
Rooney pensaba en ella a menudo en las clases, en especial las largas. Recordaba en todo lo que habían pasado y a la vez, trazaba garabatos que deletreaban el nombre “Lucy” en su hoja…
El viernes, Trace llegó a su casa exhausto. Aunque se mostrara alegre con su familia, la verdad es que por dentro estaba muy triste. A pesar de que jugara con su hermanita, que ayudara a su madre, riera y hablara del país con su padre, era la cara de Lucy lo que ocupaba su cabeza desde que la rubia se había ido.
Esa tarde, sonó el timbre y el chico bajo a atender. Estaba descalzo, cómodamente instalado en la planta alta, en su cuarto. Tocaba la guitarra. Ninguna canción, tan sólo rasguidos que improvisaba al momento…
__Firme aquí… y aquí __Le indicaba el muchacho de las cartas. Ese que venía en bici y con un ridículo uniforme. Aunque los perros no le mordían el trasero como en las caricaturas, claro. Eso era algo a favor.
Trace cerró la puerta con llave, y observó las cartas que tenía en la otra mano. Facturas, facturas, facturas, facturas… ¿Y es que no se cansan de quitarnos plata?... Facturas, facturas, facturas. Por un momento se preguntó si en su casa había una central energética o algo así, porque no terminaba de pasar las cuentas de la luz.
Hasta que vio una correspondencia muy particular. Una que le paró el corazón. Una que luego de pararle el corazón, lo llenó de alegría. Una que hizo que en un ataque de euforia, tirara todas las facturas al suelo, y corriera a su cuarto con solo una carta. Una ordinaria, de papel común. Pero que sin embargo era especialísima para Trace.
El sobre estaba escrito con una imprenta minúscula rosada, con algunos corazones. Tal como lo hacía Lucy.
Se recostó sobre la cama, y empezó a observar el sobre, a olerlo, por si tenía su perfume. Al fin, lo rompió, y desplegó una hoja rayada escrita en una letra parecida a la del sobre, que decía;



África, Viernes 10 de enero
Trace:
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¡Cómo están mis amigoooooooooos?!!!!!!!!!!!!!! Los extraño mucho, mucho, muchísimo. Especialmente a ti. Te pido que les enseñes esta carta a los chicos, así se enteran acerca de todo lo que les quiero contar.
¿Por dónde quieres que empiece? Llegué, el viaje fue largo, en avión (primera clase: ya sé, ni lo menciones, pero creo que mi padre no se equivocó esta vez; no me imagino a Claudia viajando en turística) y trastornado, sobre todo. Primero, porque ahora el gobierno africano tiene un riguroso control acerca de los animales que los pasajeros suben a bordo. Quieren evitar el tráfico ilegal de periquitos. Te preguntarás qué demonios tienen que ver los periquitos con esto: mucho. Resulta que a Claudia, la sometieron a este control ya que ella vive con la cómoda idea de llevar a su perrito a todas-partes-sin-excepción (mis condolencias: pobre animal). La cosa fue que no permitieron a Claudia llevar al cachorro. Te imaginas lo que pasó: la bruja armó un escándalo. Fue hasta la atención, habló con el gerente y discutió a gritos con este. Papá y yo, mientras tanto, tirados, esperando que se termine la pesadilla. Pero Paris, en un ataque de locura, y en un movimiento casi instantáneo, agarró al perro y salió corriendo. Papá y yo, fuimos detrás de ella. En esos momentos, juro que pensé “Bien, está loca de remate”. Te lo imaginas; Claudia, papá y yo corriendo como psicópatas, con media guardia nacional detrás. Al final, nos alcanzaron, y a duras penas, con llanto y súplicas incluidas, papá convenció a Claudia y esta prometió dejar al cachorro bajo la promesa de que en Egipto le compraría otro canino. Aceptamos y partimos.
El hotel es... de acuerdo, pensarás que estoy loca, pero para serte sincera no me gusta mucho. Es cinco estrellas, con eso te dije todo. Millones de ostentosas familias bajan y suben de sus autos caros. Papá me repite siempre que me tengo que adaptar a la alta sociedad, porque nací perteneciendo a está y moriré ahí. (Qué alentador). Pero admito que el hotel tiene algo lindo: mi suite tiene una vista hermosa desde la cual se puede contemplar toda la ciudad de El Cairo. Le eché un vistazo a la suite presidencial de papá y Claudia, y la vista es el triple. Pero bueno, yo me conformo con mi ventana.
Ayer fuimos al centro comercial (ya te imaginas de quién fue la idea) y Cruela al fin pudo comprar su tan ansiando perro. El animal es desagradable: es una raza egipcia que parece más una rata gigante. O un puercoespín obeso. Es una bola de pelos, para serte sincera. Pero bueno, pasemos a la parte productiva del día: fuimos al Saqqara, Abu Rawass, Dashur y la Gran Esfinge. Almorzamos en Mc Donalds una comida improvisada. Me hubiera gustado ir a las pirámides, pero papá me prometió ir mañana. No puedo contener la ansiedad que tengo por visitar los tesoros de Tutankamón.
Si tan solo estuvieras conmigo… la pasaríamos tan bien. Estoy observando tu foto ahora mismo, mientras escribo esta carta. Tengo ganas de abrazarte y decirte cuanto te quiero. Es que te extraño verdaderamente. Te amo enserio, Trace. (Si quieres, no leas este párrafo a los chicos)
En fin, eso es todo. Los extraño mucho a todos. Espero que me respondan. Cuando reparen el teléfono del hotel (otra historia por contarles) los voy a llamar todos los días.
Xoxo
Lucy.
Trace no lo podía creer. Leía una y otra vez la carta. No esperó más. Se sentó sobre su escritorio y empezó a escribir la contestación.
● ● ● ●
¡Ring, Ring….
¡Riiiiiiiiiiiiing, Riiiiiiiiiiiiing!
Lucy se levantó de la cama, y gesticuló un “Sí?” de zombi. El tono del teléfono la había despertado. Era de conserjería. Le avisaban (en algún idioma raro) que ya eran las ocho, y se debía levantar. Su padre les habría dicho que levanten a todos a esa hora, de seguro.
Bostezó, y se calzó sus pantuflas. Abrió la cortina y pudo contemplar la ciudad nuevamente. Amaba hacer eso. Se miró al espejo del tocador, y tomando el cepillo, se empezó a peinar. Se vistió y salió de su cuarto. Llamó el ascensor.
Abajo se hallaba su padre, leyendo el diario. Lucy se preguntó que habría de entender su padre, si estaba todo escrito en hebreo. Claudia se hallaba a su lado, hablando por celular. Se sentó al lado de esta.
__Buenos días padre.
__¿Lucille, como dormiste?
__Muy bien
Lucy agarró la cartilla del comedor, y todas eran comidas egipcias. Para cualquiera que lo hubiera leído, sería comida rara, de esas que hay en las fiestas. Pero Lucy ya había probado todas: las francesas, chinas e indias. Su padre la llevaba desde pequeña a reuniones de alta alcurnia o a conferencias. Al final pidió un café.
__Asique… ¿Qué haremos hoy? __Preguntó Lucy mirando con ansias a su padre.
__A la mañana, nada __Le dijo__ Tenemos que pasar a buscar la camioneta que ya la trajeron en el otro jet privado….
Lucy apoyó la cabeza en su mano. Aburrido… Hasta que cayó de la palmera.
__¿Cómo te avisaron que tenías que buscar el auto?
__Por teléfono…
__¿Del hotel?
__Sí…
__¿No era que no andaba…?
__Sí, pero lo repararon ayer __Dijo su padre sin darle mucha importancia al tema__ En fin, esta mañana Claudia y yo iremos a buscar el bendito auto. Procura ser buena y no salgas del hotel.
__Sí papá…
__Quédate en tu cuarto…
__Sí papá… __Lucy resopló. Ahí venían las interminables indicaciones, recomendaciones, prohibiciones… en fin, le decían una infinita lista de cosas que no podía hacer.
Luego de un rato, su padre se cambió y partió con Claudia. Lucy corrió abajo y pidió para hablar por teléfono. Lo primero que se le ocurrió fue llamar a Rooney. Marcó el número.
__ ¿Hola?
__ ¿Ron?
__¿Quién es?...
__¡Soy yo, Lucy!
Rooney no podía creer que, de verdad, era su amiga la que le estaba hablando precisamente en ese momento, desde la otra punta del mundo. La extrañaba muchísimo, y la verdad, agradecía que la hubiera llamado.
__¡Lucy! ¿Cómo estás..?
__Muy bien… ¿Y ustedes?
__Bien… Trace nos mostró la carta Lu, ya sabemos todo pero…
__Qué bien…
__Pero hay algo que tengo que contarte…
__Hay, sabes, es muy bueno que estén todos bien…
__Lu, tengo algo que contarte…
__Porque estaba tan preocupada por ustedes…
__¡Lu!
__¿¡Qué pasa!?
__No me escuchas __Rooney resopló__ Hay algo sumamente importante que… tengo que contarte.
__Bien, no era para que gritaras así __Lucy miró a ambos lados para asegurarse de que realmente no había alguien cerca. Nadie__ Muy bien, ¿Qué pasa?
__Que… ya sabemos lo que le pasó a Rosi…
__¿Enserio?...
__Lu, no me interrumpas más. Sí, ya sabemos. Lo que pasó fue que… cuesta decirlo pero…
__ ¿Qué le pasó?
__Bueno. Está viviendo en otro país.
__¿¡Qué?!
__Sí, te contaré la historia. Fuimos hasta la administración del colegio para preguntar por ella y no nos quisieron decir nada. Decidimos preguntarle cara a cara al director, y nos contó la verdad. Se mudó con su padre __Rooney sabía que ya no tenía caso que le dijera a Lucy que no interrumpa más__ Fue por comercio ilegal de…
__ ¿De periquitos?
__ ¿Qué?
__No nada _Rió Lucy__ Algo que me pasó.
__Bueno, le preguntamos por qué su familia se mudaría… y nos contestó que eran temas confidenciales. Pero sabes, en todo el colegio se comenta que la expulsaron. Ya sabes, porque sus padres tenían antecedentes de tráfico ilegal de drogas, y tenían miedo de que ella hiciera entrar drogas al colegio __Dijo todo rápido Rooney.
__¿¡Qué!? ¿¡¡¡¡¡¡Rosi!!!!? ¿Estás segura?
__Segurísima.
Lucy de pronto miró la hora. Ya era muy tarde, su padre podía estar viniendo. Decidió colgar.
__Ron, tengo que irme
__Está bien, pero…
__Adiós.
Rooney se quedó allí, plantada mirando el tubo del teléfono que sostenía con la mano. Lucy era una atolondrada, eso ya lo sabía. Pero se sentía rara. Se desconocía a sí misma por no haber tenido el valor de preguntarle a su amiga por qué había ido al despacho de su padre el último día que se vieron.
● ● ● ●
El día siguiente fueron corrientes de mareas buenas y malas. Y no es broma.
El hecho de que Lucy no estuviera, afectaba cada vez más a los chicos. Cada vez tenían menos que contar, menos ánimo. Y decir “los chicos” no están preciso, ya que al irse Lucy y Rosi sólo quedaban John, Trace, George y Rooney.
Aunque habría que admitir, que la falta de Rosi no les afectaba demasiado. Esta no era la “mejor” amiga de todos. Siempre estuvo detrás de los chicos, para hacer honor a la verdad. Estos jamás le dieron mucha atención, pero no porque no quisieran; esta a veces se ponía un tanto fastidiosa.
Esa mañana sus caras estaban serias, desganadas. Pero un rasgo de felicidad brotaba en alguna parte de ellos. Hoy era el día… Se sentaron todos juntos y apenas entró el profesor de diseño, parándose, lo saludaron. Luego se sentaron y comenzaron a sacar las cosas de sus bolsos.
__Esperen… hoy quisiera presentarles a alguien…
Rooney, Trace, George y John se miraron. No más sorpresas, por favor…
__Ella es de Los Ángeles y será su nueva compañera… denle una calurosa bienvenida a Amanda Douglas.
Se abrió la puerta y entró algo que dejó a todos los chicos con la boca abierta, a las chicas con caras de admiración y a Rooney indignada.
__Me pueden decir Amy, es mucho más cuttie __Decía la chica, una vez sentada en un banco.
Tenía anteojos de sol, que parecían de diseñador, y una flor en el pelo. Hasta el uniforme le quedaba bien. Rooney se hallaba con los chicos, desde la otra punta del aula. Por un momento se sintió bien, ya que sus amigos parecían ajenos a la pesadilla… pero no por mucho.
Al día siguiente, George había faltado, asique eran sólo tres. Ese día Amy llegó con aires triunfales, tirando su extraordinaria cantidad de bolsos e improvisando una falsa sonrisa (de dientes perfectos, hace falta aclarar) exclamó:
__¿Puede sentarme aquí?
Rooney estaba por contestar una sarta de imprudencias, pero al ver sus intenciones, Trace le tapó la boca a tiempo.
__Claro __Dijo lo más gentilmente posible.
La profesora seguía dando indicaciones, hasta que se fue por un momento a sacar unas fotocopias, no sin antes rogar a sus alumnos que hicieran silencio.
__Asique ustedes vinieron siempre a esta escuela…
__Sí….
__Ha, que bueno. Esta escuela sí que tiene categoría. La de “Elei” (L.A) era mucho mejor, pero no me quejo.
__Nosotros no nos fijamos en la calidad de la escuela a donde concurrimos. Sería mejor fijarse en la clase de persona que concurre a ella. __Soltó Rooney sin poder contenerse
Amy no debió de haber entendido, porque le sonrió.
Pero en los siguientes minutos se dedicó a molestar a John.
__ ¿Asique practicas baloncesto?
__Sí…
__ ¡Yo también hacía en mi antigua ciudad! Yo era súper-fan de los…
__Lakers
__ ¡Así es! ¡Presiento que vamos a ser super-BFFs! __Exclamó aferrándose al brazo del chico.
John miraba confundido a los chicos, pidiéndoles ayuda. Rooney miraba con odio a los dos. Trace quiso hacer algo, y torpemente empezó a inventar alguna pregunta en la marcha.
__Y… y, ¿Por qué…
__ ¡Tengo una súper-idea! ¿Por qué no salimos los cinco, ya que nos llevamos tan bien! __Lo interrumpió.
__ ¿¡Qué?! __Exclamó Rooney__ Eso estaría…
__Muy bien __La interrumpió Trace __Sí, estaría muy bien, cuando quieras…
__¿Nos disculpas un momento? __Dijo Rooney ensayando una de sus sonrisas más falsas y llevándose a Trace y a John consigo.
__¿¡Acaso se volvieron locos!? __Les susurraba Rooney
__Vamos Ron, es nueva.
__¿Y qué?
__Es una persona como tú. __Reaccionó bruscamente John.
__Ya lo sabía __Le contestó de la misma manera Rooney.
__Basta, no se pongan a pelear. Miren, digámosle que sí, total no perdemos nada. La conocemos bien y entonces si podremos juzgarla. ¿Qué opinan?
Los dos chicos dirigieron acusadoras miradas hacia Rooney.
__ ¡Por favor chicos! Hoy es el día, y no lo voy a desperdiciar.
__ ¿Cuál es el problema? La invitamos al shopping también a ella.
__Rooney, ya está. Di que sí.
La chica suspiró.
__De acuerdo. Pero que no esté cerca de mí. Me va a contagiar la “tontez”
__Vamos, o va a empezar a sospechar __Les dijo John.
Se acercaron. Se hallaba hablando con George.
__Emm… creo que podríamos salir hoy…
__¡Genial! ¿A dónde?
__Vamos al centro comercial. Ahí podemos comer algo.
__¡Ultra-chic! Me encanto __Repetía entusiasmadísima. En ese momento el timbre sonó.__ Nos vemos esta tarde.
Y la diva se fue, con aires de glamur y perfección, como si fuera una reina y tratando a todos como sus esclavos.
● ● ● ●
Lucy se hallaba en la cornisa del hotel, mirando el vacío. Estaba atardeciendo y no habían hecho nada en todo el día, ya que su padre no se sentía muy bien y prefirió quedarse en cama. Muchas cosas le batían la cabeza, no sabía cómo actuar frente a todo lo que le pasaba. No había tenido el valor de decírselo a Rooney ni a Trace, porque ni se lo repetía a ella misma. Su papá era sólo de ella, no era ni de Claudia ni de nadie más. No quería compartirlo, era lo único que tenía, su único pariente. Tenía muchos primos, pero todos se daban el lujo de ser insoportablemente pedantes. El día en que fueron los chicos a su casa, el último… sabía que fue mala con ellos… pero estaba muy mal. Esa día recordaba haber discutido en la oficina con su padre, porque se había enterado de algo que la indignó profundamente y destruyó todo el respeto y los pocos lazos que la unían a este: iba a tener un hermano. Su progenitor la llamó para aclararle algunos “puntos” acerca de su comportamiento de ahora en adelante. Así de simple, como si fuera una nueva mercadería.
De una cosa estaba segura; odiaba a Claudia y a ese hijo que tenía dentro.
Estaba aburrida. Por suerte, solo le quedaba un día de esas asquerosas “vacaciones”.
● ● ● ●
Trace y John decidieron ir a la casa de George, para que luego fueron los tres juntos al centro comercial. Rooney iría por su parte porque tenía cosas que hacer, según ella.
Eran las tres en punto, y tenían que estar allí a las cinco. Los chicos se hallaban en el cuarto de George, riendo. George estaba sentado en la computadora, y a su lado, John y Trace.
__Te digo que es verdad…
__No, y aunque lo fuera no vamos a hacerlo__ Repetía Trace__ George, son cosas privadas de Rooney. No podemos hackearla así como así…
__Vamos Trace… hay que vivir con riesgos…
__¡La saqué! __Gritó George, golpeando sus puños contra el escritorio.
Observaron por un rato la pantalla.
__Esto no tiene nada de interesante __Les dijo John con la vista fija en el monitor __A ver.. ¡Aprieta ahí! “Fotos”….
George hizo click, y una sarta de fotos apareció ante los ojos de los chicos. Apretó en una elegida al azar, y de repente, se desplegó en toda la pantalla una foto de Lucy y Rooney haciendo caras raras. Los chicos al principio se asustaron, luego se rieron. Siguieron viendo. Más risas.
__No puedo creerlo __Repetía George tentadísimo, mientras sus dos amigos se revolcaban de risa en el piso.
Cuando por fin se calmaron, George dijo:
__Hey… ¿Qué onda la chica “nueva”?
__ ¿Qué onda qué? __Trace no entendía.
__Y sí… ¿Qué vamos a hacer? Si la chica no sabe hablar de otra cosa que nos sea algo material…
__ ¿No será una hija perdida de Claudia…?
Rieron otra vez.
__Realmente, por más fuerte que esté la madrastra de Lucy no entiendo que tiene su papá en la cabeza para someterse a la tortura de aguantarla todos los días__ Rió John.
__Valientes los hay, mi amigo __Le dijo George __Para mí que en serio la nueva es la hija perdida de Claudia…
__Lo único que falta… Lucy con hermanos.
Rieron todos, menos Trace.
__ ¿Pasa algo? __Le preguntó John.
__Nada.
__Vamos, dinos.
__Déjalo salir hermano __Canturreó George.
__No, en serio, no es nada.
John y George se observaron con mirada cómplice al mismo tiempo. Luego de unos segundos, se abalanzaron sobre Trace.
__...Nos vas a decir…
__...O te vamos a matar…
__Quisiera ver eso…. __Decía Trace sofocado y casi sin voz.
__..Y vamos a cocinar tus sesos en….
__En la cocina __Ayudó John
__Y tu noviecita se va a quedar soltera…
__Viuda __Corrigió John.
__Eso… y…
__Bueno, está bien __Dijo finalmente Trace.
Sus amigos los soltaron, y el chico se recompuso sentándose sobre la cama, casi sin aliento.
__No estaban tan errados en eso de que Lucy va a tener hermanos __Soltó Trace entrecortándose con su agitada respiración.
Esta vez, John y George se miraron muy serios.
__¿Qué quieres decir…?
__Eso. Que Lucy va a tener un medio hermano.
John y George dirigieron sus miradas hacia Trace.
__Pero… eso no es lindo.
__Es horrible. Pobre Lucy __Lo interrumpió George.
__¿Y cómo te enteraste…?
__Me lo dijo ella, en la última carta que me envió…. No se las alcancé a mostrar, la recibí anoche. Rooney también lo sabe. Y esa fue la causa por la que se encerró en el despacho de su padre aquel día.
__Pobres almas en pena __Cantaba George en voz muy baja.
Y a su vez, en su cabeza, se formaba una nueva canción.
Pobres almas en pena,
Totalmente fuera del amor,
Pobres almas en pena,
Que buscan palabras de aliento en algún rincón,
Pobre almas en pena,
Yo nunca las pude comprender,
Sin embargo, a cargar su dolor las ayudaré.
Pobres almas en pena, que vagan por el mundo aceptando que su vida es miserable
Y que ya ni la muerte les queda por recorrer.
El ambiente se había roto. Los tres chicos permanecían sentados, mirando hacia abajo.
__¿Por qué Rooney odiará tanto a la nueva?
Solo quisiera que te crezcan alas, y algún día poder volar contigo.
El infinito abrazar como viejos conocidos
No señor, nadie va a volver a llorar,
No señor, nadie más.
__Porque Amy vino en reemplazo de William. Es el sistema de nuestro colegio. Se va uno, viene otro. Y Rooney eso lo sabe muy bien.
No insinúes nada.
No, nunca quise dejarte.
Eres mi joya preciosa pero hay cosas que ya ni más me importan.
Voy a remendar todo, eso espero.
Voy a remendar todo, mi niña, yo te lo prometo.
__ ¿Qué quieres decir…?
__ Rooney la odió antes de que llegara, y desde el momento en el que William murió. Rooney la odió antes de conocerla y la odiará después. No podemos hacer nada al respecto.
Pobres almas en pena, las que vagan por el mundo.
Pobres almas, nunca te cruces con ninguna.
Pobres almas, remedio ya no tienen.
Pobres almas en pena, que ya ni van ni vienen….
7
“Segundas oportunidades”


Querida mamá:
Hola… la verdad es que nosé si te acordarás de mí. Pero ¿Qué estoy diciendo? Tú me tuviste en tu vientre, me acunaste, me contabas cuentos antes de dormir, me besas la frente, me elegiste el nombre Lucy porque creíste que iba a ser luz en el mundo. Pero unos meses después de mi cumpleaños número cuatro, todo cambió. Pensarás que era sólo una nena. Pero lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
Volvíamos de hacer unos mandados. Yo te agarraba la mano, y llevaba un globo en la otra. Volvía campalmente feliz. No recuerdo de donde había sacado el globo, pero seguramente me lo habían dado en el supermercado. Solían regalar cosas de ese estilo.
Íbamos hablando de algo, supongo que era alguna de mis tontas preguntas que siempre tenían un “¿Por qué?” delante. Pero de repente apretaste mi mano con más fuerza. Cambiaste de dirección repentinamente. Comenzaste a mirar para atrás preocupada, y a caminar cada vez más rápido. Te iba a preguntar por qué, pero no me dejaste hacerlo: te abalanzaste sobre mí, tirándote al piso. Hubo un estallido muy fuerte y gritos. Pero no te apartaste de mí. Tus palabras “Lucy no, Lucy no, ¡Por favor!” siguen grabadas en mí como tinta fresca.
Hoy sé por qué fue eso: La gente que disparó me buscaba a MÍ, no a ti. Por ese entonces, papá era un político en ascenso. Había gente, como siempre, que se quiso aprovechar del estado económico de los otros. En otras palabras, la gente “extraña” eran no más que antipáticos a los ideales de papá.
Entonces todo cambió. Ya no era más la nena rubiecita, ojos azul claro y traviesa de siempre. Me convertí en una muñequita asustada al mundo. Con un papá estricto, pero que sin embargo se esforzó lo mejor que pudo para hacerlo todo.
Te quería decir gracias mamá. Porque a pesar que te odié mucho tiempo, yo sé que fue porque la verdad es que no entendía las cosas. No las entendía, estaba perdida. Pero ahora no lo soy… ahora sé que te tengo.

Lucy se hallaba en el avión escribiendo todo esto. Se enjugó las lágrimas y guardó el anotador y la lapicera en su bolso. Ambos eran un regalo del aeropuerto. No sabía por qué escribía todo eso allí. Tal vez porque se sentía muy mal.
Se hallaba cubierta por una manta, también cortesía de la compañía de viajes. Tenía dos asientos para ella sola. Se asomó por la ventana. Las nubes tenían un tono rosado, tanto que casi parecían algodón de azúcar. De repente, comprendió que se sentía muy sola.
Entonces, sacó de su bolso a Minnie Mouse (regalo de su papá cuando venían de paseo por Disney) y le abrochó el cinturón en el asiento de al lado. Sólo quedaba una hora de viaje. La podía soportar.
● ● ● ●
__Papá, apresúrate __Le dijo Rooney subiendo al auto__ Tengo que llegar al centro comercial.
__A sus órdenes __Contestó divertido su padre.
Rooney iba muy nerviosa en al auto. No sabía por qué se ponía nerviosa por todo. Movía su pie sin poder dejarlo quieto.
Al fin, llegaron
__Gracias__ Le dijo a su padre abrazándolo.
Bajó de la camioneta, y fue hasta el patio central. Habían acordado encontrarse ahí.
Al llegar a destino, vio a los chicos con… la estúpida.
__Hola __Dijo saludando.
__ ¡Hay! Hola querida… vaya que tardaste… Estábamos hablando tan animosamente….
__Ya lo creo _Contestó sin darle mayor importancia __Oye, Trace… ¿Podemos hablar?
El chico se levantó de la silla, y siguió a Rooney.
Una vez que estaban a una distancia prudente, Trace le dijo:
__Me dijo que va a tardar una hora más. Se quiere bañar.
Rooney se agarró la frente.
__ ¿Y qué haremos con esta? __Le señaló a Amy.
__ Ron, no es tan mala.
__Para mí sí.
__ Aguantamos cosas peores…
__¡¿Pero qué está pasando con todos?! Que no se dan cuenta… es insoportable, la odio, la odio, la odio. ¡Cómo pueden ser sus amigos! Se merece lo peor…
Rooney miró para abajo y Trace le tomó la mano.
__Sé que lo extrañas.
Rooney lo volvió a mirar con los llenos de lágrimas. Le sonrió.
Desde la mesa, Amy trataba de seducir a John.
__Asique… ¿Alguna vez estuviste con chicas californianas?
__No…
__¡Eres tan gracioso! __Reía en voz baja. __Y tan lindo…
__¿En serio? __John se iba alejando. Pero Amy se acercó tanto que casi pudo ver las pestañas del chico.
__Jajaja… __Rió forzadamente John.
__George __Le dijo Amy al chico. Este se sobresaltó. De seguro estaba en su nebulosa __¿Por qué no compras unos batidos?
__Como quieran.
Amy le dio el dinero y George se fue.
__ ¿En qué estábamos? __Le dijo guardando el dinero en su billetera.
__No lo recuerdo.
__Yo te haré recordar __Le dijo la chica y se fue acercando a la boca de John.
__Oye, espera __Le dijo separándola con ambas manos
__¿Esperar qué? ¡Ambos nos amamos Johnny! Somos el uno para el otro, lo supe desde el primer momento en que te vi ¡Oh Dios, esto es amor a primera vista!
__Oye, para, para un momento __La tranquilizó John __Creo que estás confundiendo todo.
La chica lo miró con maldad. John esquivó su mirada.
__Sé que es lo que pasa __Soltó retorciéndose como una serpiente__ Es ella, ¿No?
__¿Ella quién?
__ No me vengas con eso, sabes muy bien de quién hablo __Continuó__ Pero no te ilusiones. Esa chilloncita se está pasando de linda con tu amigo.
__¿A qué te refieres? __Preguntó John descreído.
__Voltéate.
John obedeció y se quedó perplejo. Detrás de él estaban Trace y Rooney de la mano. El la abrazaba a ella. Se restregó los ojos. Se los volvió a restregar. No creía que fuera verdad lo que estaba viendo.
__No es posible…
__Ojalá empieces a pensar que sí, porque es verdad __Dijo Amy regocijándose en la mentira__ Además, hay más pruebas.
__ ¿Cuáles?
__Dime, ¿Alguna vez tuvieron momentos así de íntimos ustedes dos?
__Bueno…
__¿Sí o no?
__No… pero…
__Pero nada. Sigue respondiendo. ¿Alguna vez tuvo tanta confianza en ti como la tiene con él? ¿Alguna vez te abrazó de esa forma? ¿O te miró a los ojos como lo está mirando a él?
John miró al suelo.
__¿Alguna vez te dejo que le tomes la mano? ¿Alguna vez te la apretó fuerte como a él?
__Basta _Sentenció John parándose de su silla y empezando a caminar. Amy lo siguió.
__Sólo te quiero hacer ver que todo el mundo se da cuenta de lo que pasa, menos tú. Se burlan de ti. No saben cómo decírtelo. Las pruebas son obvias, y la única razón por lo que te estoy contando todo esto es porque me pareces…
En ese momento John se frenó. La miró a los ojos.
__Extremadamente… irresistible __Le dijo Amy suave y lentamente, mientras apoyaba su mano en la barbilla del chico.
__Yo… __Suspiró John.
__Tú nada __Dijo Amy y de repente lo besó como nunca antes.
George llegó con los batidos pero casi los desparrama por el suelo. Trató de localizar a Rooney y la encontró observando la escena, tal vez más confundida que él. Trace le hacía señas desesperadas. Nadie entendía nada.
La cosa no podía ser peor. O tal vez sí, porque en ese preciso momento, Lucy apareció radiante, bronceada, llena de luz, vida y alegría del reencuentro. Pero la sonrisa desapareció de su cara. Se quedó parada en la puerta, sin saber qué rayos hacer.
Rooney rompió el clima, soltando a Trace y dirigiéndose derecho hacia donde estaban Amy y John.
__ ¿Se puede saber qué pasa?
__ ¿Qué pasa? ¡Eso tendría que preguntarte yo a vos, que andabas entretenida con mi mejor amigo!
__ ¿Qué? ¡¿Estás loco?!
__ No, aunque eso parece ser lo que creen todos. Ya me di cuenta de cómo son las cosas.
__Pero, ¡John! ¡¿De qué rayos estás hablando?!
__Lo sabes muy bien.
Rooney lo miró extrañada con los ojos llenos de lágrimas. Intentó tomarle la mano, pero John se la quitó bruscamente. Rooney le dio la espalda y todos se quedaron en silencio por unos minutos.
__Creí… creí que algo especial había entre nosotros __Le dijo llorosamente__ Pero ahora veo que eres como los demás.
Hubieron unos segundos de silencio.
__Rooney… __Trató de hablarle John, apoyándole la mano en el hombro.
__Vete.
__Pero…
__¿¡Qué no me escuchas!? ¡No intentes más nada! ¡Váyanse los dos!
__Ron, yo…
__Ya basta.
John se quedó allí, observándola. La estaba perdiendo... De pronto, George lo tiró de la manga y lo sacó de allí.
Cuando ya estaban a una distancia prudente, lo enfrentó contra la pared, y le dijo:
__¡¿Qué demonios acabas de hacer?! ¡¿Tienes fiebre?!
__Déjame en paz… __Se quiso liberar John. Pero George lo retuvo.
__No, no te voy a dejar en paz hasta que me expliques que hacías allí, besando a una desconocida, dejando a nuestra mejor amiga de la vida hecha pedazos. ¡¿Te parece lógico?! ¡Contesta! __Lo sacudía cada vez más fuerte __ ¡Contéstame ahora!
John no lo escuchaba. Lo trataba de evadir, pero era imposible. De pronto, miró por el hombro del chico, y vio a Trace, que apoyado en una mesa miraba hacia el piso. Ni se dignaba a observar la escena. En un arrebato de bronca, se quitó a George de encima, y fue con firme determinación hasta donde este se hallaba ubicado.
__ ¡Tú! ¡Todo esto es tú culpa! __Le gritó empujándolo.
__ ¿Qué? __Trace lo miraba sorprendido.
__ ¡¿Qué te pasa ahora?! __ George continuaba enojado con John __La culpa es tuya, tú acabaste con la vida de Rooney, está destrozada…
__ ¡No creo que yo haya significado mucho en su vida, pues estaba coqueteando hasta hace un rato con la persona que tienes enfrente!
__ ¿¡Acaso no entiendes!? __George estaba fuera de sí __ ¡Rooney no ha sido la misma desde que salen! Cada segundo del día piensa en ti, se preocupa por todo lo que haces y lo que no, y siente que el mundo se desvanece si no la saludas. Probablemente estuvo toda la tarde buscando que ponerse, planeando hasta el más ínfimo detalle de su tarde “perfecta” solo para ti, ¡Ella está enamorada, malditamente condenada a tus encantos! y tú le pagas de esta forma…
__Oigan chicos, esperen. Creo que es Rooney al teléfono __Los detuvo Trace.
En una fracción de segundo, los tres se miraron. George se hallaba aún con los brazos en los hombros de John, como para estrangularlo. Ambos miraron a Trace, y aleatoriamente al teléfono. Seguía sonando. Trace los miró. De repente, se decidió y contestó.
__¿…Hola?
__Trace, soy yo. Lucy.
El chico suspiró.
__Ha, hola Lucy. __Dijo en voz alta a fin de que sus amigos supieran quién era __ Estás con Rooney ahora… ¿No?
__Sí… pero quisiera verte.
__Está bien… ¿A dónde estás?
__En la salida. Búscame allí.
__De acuerdo. Sí, nos vemos. __Trace colgó __Debo ir a verla.
__Ve __Suspiró George soltando por fin a John
Trace no esperó más. Corrió hasta la salida, alterado. Ese día era una locura. Bueno, en realidad, todos los días eran una locura para cualquier adolescente en Quebec, pero ese era una locura “general”: ¿Acaso todos estaban locos?
Encontró a Lucy esperándolo, apoyada en un cantero.
__¿Qué rayos fue lo que pasó allí?
__ No preguntes. Estoy igual de confundido que tú. ¿Cómo está Rooney?
__ ¿Cómo crees…? Muy mal… La ofrecí para llevarla a su casa, pero no quiso. Qué estúpido que es John. No entiendo por qué lo hizo.
__Yo tampoco. Lo cierto es que tenemos que hacer algo… __Trace se detuvo. Por fin su mirada se cruzó con la de ella. Había estado tan apurado que ni siquiera se había dado cuenta de que era la primera vez que se veían en quince días. Quince días sin ella. Lucy le sonrió.
__Te extrañé mucho.
Trace la seguía mirando fijo y le sonrió. Se acercó y la besó. Sí, era mucho para un solo día.
● ● ● ●
Ninguno de ellos volvió a dirigirle la palabra a John. George estaba enojadísimo con él, por lo que no se dignaba a hablarle. Lucy lo odiaba también, por haber herido mortalmente a su mejor amiga. Ni hablar Rooney. Trace a veces le hablaba. “Debes disculparte…” Le decía. Pero no era tan fácil. Tenía miedo de que lo rechacen, o se burlen de él. Por lo tanto, la única compañía con la que contaba era con la de Amy. Insoportable. Pero al menos era una buena compañía. Le podía contar algunas cosas.
Esa tarde, se hallaban en hora libre. Trace, Lucy, George y Rooney estaban recostados en el pasto de los jardines de la institución. Lucy y Rooney compartían un iPod. George leía un libro. Trace miraba las nubes.
__¿Que harán por la tarde? __Preguntó el último.
__Lo de siempre __Le contestó desinteresadamente George mientras pasaba la hoja de un libro.
Trace no emitió otra palabra. Prefirió callarse y mantener la paz que predominaba en el lugar. Volvió a lo suyo.
Todo estaba muy tranquilo, hasta que se acercó Amy.
__Y ahora chicas, bienvenidas al club de los raritos __Dijo mientras dos chicas, que al parecer trataban de imitarla, estaban riéndose a su lado.
Rooney miró a Trace que estaba igual de sorprendido que ella. Pero… ¿Quién se creía…?
__Chicas __Dijo mirando a las dos que estaban a su lado__ Es hora de demostrarle a los perdedores… quiénes son los ganadores.
__ ¿Pero qué demonios…? __George estaba confundido.
__ Pobrecitos, no entienden __Se burló__ ¿Saben qué?... tengo un nuevo novio.
__ ¿Quién? ¿Tu amigo imaginario? __Rió Rooney.
Amy se enfureció.
__John nunca saldría contigo __Le dijo Trace.
__Créanlo o no, es la verdad __Concluyó Amy __Vamos, chicas.
Las dos la siguieron. Los chicos se quedaron absortos. No podían creer lo que acababa de pasar.
__¿Qué fue eso? __Preguntó Lucy.
__No lo sé… pero creo que la escuela tiene una nueva diva __Respondió George rascándose la nuca.
Se quedaron en silencio unos minutos. Rooney tomó la palabra.
__No sé quién se cree que es, o quién rayos quiere ser esta “yanqui”… pero nunca hubo una diva en esta escuela, y el día que la halla será el final de los tiempos. Y si esta barbie quiere robarnos todo lo que tenemos, lo hará… sobre mi cadáver.
Trace apuntó a ella con una mirada cómplice. La Rooney que él conocía había vuelto.




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